A veces es mejor pedir disculpas

Nuestra sociedad se caracteriza por una actitud personal y de algunos privados, donde no gusta enfrentar las equivocaciones, las faltas o el daño causado.

Probablemente sea un elemento cultural el que nos lleva siempre a esperar que el tiempo pase, que las cosas se calmen.

Sin embargo, pedir disculpas, nos permite por un momento sentirnos humanos, frágiles y más reflexivos. Muchas veces la rutina, las horas, el estrés, nos hacen pensar que todo lo que hagamos está bien y si no, no es tan grave.

Incluso los medios de comunicación, como nosotros. En más de una ocasión hemos cometido un error, a veces más graves que otros. Fallamos en una información, nos equivocamos de foto o hemos contado la historia como no necesariamente es. Sin embargo, en vez de actuar con esa conducta tradicional, preferimos dar la cara. Día a día, son miles de personas las que compran el diario o lo leen a través de nuestro sitio digital. Son cerca de 480 artículos mensuales sobre distintos temas, columnas de opinión, editoriales, noticias, hechos policiales, históricos u otros y pese a que quisiéramos nunca fallar, lo hacemos.

Tanto las marcas como las personas, construimos con el pasar de los años confianza en nuestro entorno y pensamos que los costos de admitir un error pueden ser muy caros, sin embargo, la ciudadanía, las personas, nuestros amigos, pareja, vecinos, clientes, lectores u otros, tienen la capacidad de perdonar e incluso valoran mucho que no escondamos la cabeza bajo la alfombra. Equivocarse permite darse cuenta que también se construye valor con el tiempo y eso se debe respetar.

Todos los habitantes de este maravilloso país y el sector privado, tenemos una noble misión. Actuar siempre de manera correcta, transparente, honesta y de frente. Siempre va a estar la posibilidad de fallar consciente o inconscientemente. Pero, cuando el perdón o las disculpas son realmente sinceras y buscan enmendar el daño, perjuicio o los elementos negativos que genera, entonces merecen todo nuestro reconocimiento.

¿Cuántos de ustedes han enfrentado un error y se han disculpado? ¿Cuál es la sensación que les queda? Sin duda alguna que es gratificante.

Siempre existirá aquel que lanzará la primera piedra contra el errado, presumiendo una moralidad que no existe, que no es perfecta, pero lo importante es hacerse camino, siempre con la verdad por delante y por sobre todo, con la transparencia. Si seguimos equivocándonos, también es un abuso contra la confianza. No se trata de fallar por costumbre. El perdón busca subsanar y no caer otra vez.