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Recuperan cultivo de frutillas con agua desalada

por Jorge Guzmán Buchón

En las Salinas de Pullaly, zona agrícola de Papudo, el fruto había desaparecido por la concentración salina de los pozos. Proyecto colaborativo público, privado, de academía y agricultores construyó planta y utiliza incluso la salmuera para regar quinoa.

Frutillas / Diario La Tribuna

'Somos super pymes, pero llegamos a producir casi tres hectáreas de frutilla y nos iba bastante bien. Pero se empezó a concentrar el agua en los pozos y empezó a bajar la producción. Se secaban. De a poco fuimos achicándonos hasta menos de dos mil metros, que fue lo último que tuvimos de frutilla. En estos dos mil metros usamos distintas cosas, como nuevas variedades más resistentes a la salinidad. Con el Indap hicimos una gira a Arica para conocer la experiencia, pero nada. Acá con la familia hace tres años que no la cultivamos', cuenta Jesús Bazáez, pequeño productor agrícola de las Salinas de Pullaly, la zona agrícola de Papudo, en la región de Valparaíso, en donde había cerca de 700 hectáreas de agricultura familiar campesina.Con la sequía de más de 12 años, disminuyeron las aguas superficiales y también las napas subterráneas.

Los pozos se volvieron salobres, las plantas regadas con ellos se quemaron y la fruta no salió. Los pequeños productores perdieron los cultivos que les daban sustento.'Ha disminuido la agricultura por eso y las nuevas generaciones no han querido seguir. Algunos agricultores empezaron a vender la tierra. Como el recurso agua no está disponible poco se puede hacer en la agricultura', cuenta Jesús Basáez, técnico universitario en ingeniería. Cómo una forma de seguir produciendo, junto con su padre que estuvo a punto de vender la tierra, buscó -con apoyo Corfo y junto con otros 120 agricultores de la zona- apostó por la quinoa, que es más rústica y crece bien con aguas más saladas. Además de vender el grano, con la familia fabricó productos con valor agregado, lo que lo convirtió en 'El Rey de la Quinoa'.

Estaba en eso cuando, a principios de 2022, el Hub Ambiental de la Universidad de Playa Ancha le propuso ser parte del proyecto 'Desalación para la Agricultura', que buscaba evaluar si el agua desalada servía para volver a cultivar la tierra y devolver la frutilla a los agricultores de la zona. Aceptó.Hoy ya cosechó las primeras frutillas, además de la quinoa. 'Si esto logra que la gente pueda volver a cultivar la frutilla es algo muy bueno para todos', comenta Bazáez.

De España a ChileEl Hub Ambiental de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), había ganado un proyecto de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (I+D), que consideraba la desalación.'En España se está trabajando en eso, sobre todo en desalación para agricultura, que ha sido muy poco explotado en Chile, pero en España el 23% de agua para riego es de agua desalada', comenta Claudio Sáez, quién junto a Iván Sola, forman parte del Hub Ambiental, y del departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la Universidad de Alicante, en España.'En España se habían realizado experiencias, a través de un proyecto europeo, y esas primeras experiencias se han replicado de manera pionera en Chile, porque puede no ser extrapolable lo de otros países', dice Sola.La iniciativa unió academia -a través del HUB Ambiental de la UPLA-, a la empresa privada, a través de VigaFlow, que puso la planta desalinizadora; y el conocimiento agrícola de la comunidad agrícola, representada por Jesús Basáez. También cuenta con el apoyo de autoridades locales, como la alcaldía de Papudo, y regionales, con la Gobernación de Valparaíso y la Delegación Provincial de Petorca; además de Corfo.

'La iniciativa desde el principio levantó mucho interés, porque hay un beneficio transversal. Si con esto se vuelve a sacar rentabilidad a una tierra que se ha ido perdiendo es un beneficio social, económico, y productivo', comenta Ivo Radic, gerente de Vigaflow, y director de la Asociación Latinoamericana de Desalación y reuso (Aladyr).Radic explica que si bien Chile es líder en desalación a nivel latinoamericano -hay al menos 28 plantas desaladoras y 13 de ellas grandes-, hay poca información y experiencia sobre el uso de agua desalada para riego agrícola.Fue por eso que se decidió hacer las pruebas en el país, porque, como explica Iván Sola, cada país tiene características propias.Distintas aguasAgua, aunque poca, había en los pozos. El problema era su alta salinidad, como hoy ocurre con muchos pozos del país, recalca Radic.

Por ello, el proyecto planteo desalinizar el agua de esos y regar frutillas, con esa agua pura, otras con agua salobre y otras con mezclas de desalinizada y salobre en distintas concentraciones.Quedaba el problema de qué hacer con la salmuera ya que no podía devolverse a los pozos, ni trasladarla hasta al mar, donde podía ser diluida naturalmente.Fue ahí cuando la quinoa, que soporta altos niveles de salinidad, de Bazáez abrió una puerta: se regaría con el descarte de la desalación.

'Permitía hacer un uso de todas las aguas disponibles y al mismo tiempo optimizar el uso de la tierra, generando de esta forma un mejor resultado productivo y una forma de hacer más rentable o de bajar el costo de la generación de esta agua desalada', explica Iván Sola.La planta, construida por Viga Flow con una capacidad de producción de 30 metros cúbicos día, estuvo lista a fines de 2022, se inauguró en enero de 2023 y en mayo salió el primer estudio que tiene que ver con la cantidad de hojas y la calidad de frutas.

Costo accesible

Uno de los temores respecto del uso del agua desalada, es que su costo sería muy alto para el agro. Sin embargo, 'a través del proyecto hemos se ha ido evaluando que se puede obtener agua, que es un bien escaso, mejorar su calidad y usar el producto y el subproducto. Esto permite mantener los costos acotados y producir algo que resulta rentable para los agricultores, incluso los más pequeños, como es lo que vemos en Pullally', comenta Ivo Radic.

El proyecto mostró que el riego con agua desalada es una opción para recuperar los terrenos y cultivos abandonados; pero además, 'estamos desarrollando un estudio socioeconómico, para poder evaluar el costo de esta agua y entender la viabilidad según cultivos que sea más rentables y que permitan el margen económico', dice Sola.También han estudiado eventuales impactos ambientales, como el que de la eventual contaminación de sal en el suelo por el uso del desarte. 'Es una de las preocupaciones. Hemos visto que especies de quinoa que retienen sales y evitan que se filtre y vimos no se contaminó el subsuelo. Pero, de todas formas es algo que estamos viendo de hacer seguimiento en el tiempo', comenta Iván Sola.Lo importante es que el agua desalada no es la fuente de abastecimiento única.'El agua desalada es un complemento al sistema. Entre sus ventajas está que uno la produce a demanda, según va a tener teniendo menos aguas convencionales. Incluso se ha demostrado que el agua desalada se puede producir a la carta con la composición según lo que se necesita, a diferencia de las fuentes convencionales donde se riega con el agua que llega', comenta Sáez.

Así lo ha demostrado el proyecto de Pullally, donde han visto que tanto en quinoa como en frutilla los mejores resultados son con aguas desaladas. 'Y eso desde el punto de vista económico y la calidad y cantidad de esos productos compensan los mayores costos que puede tener esa agua', dice Sáez.

Los resultados positivos abren la esperanza de que esta se transforme en una fuente de recuperación de zonas agrícolas, a las que se podría incorporar, además, riego tecnificado, nueva infraestructura, y, además de avanzar en otras técnicas, como la hidroponía o invernaderos. También ampliar la gama de variedades y especies, tanto para las aguas puras, como las salobres, pero que representen alternativas económicas atractivas para compensar los mayores costos.'Siempre pensando en aquello que permita más rentabilidad en menos espacio', comenta Radic.

Beneficios y dudas

Para los participantes en el proyecto se ha visto que se pueden proyectar beneficios extrapolables al país.'Aquí lo que se busca es información y también apoyar en políticas públicas, porque los resultados que se obtengan permitan aportar gestión, desarrollo en el uso de riego aguas saladas, para recuperar agricultura local, mediana e incluso intensiva y que se puede llevar a cabo medidas adecuadas', resalta Iván Sola.Comprobar que el agua desalada, utilizada de distintas formas, permitiría, entonces, recuperar las antiguas tradiciones de la AFC -como el cultivo de la frutilla-, obtener la información sobre los mejores umbrales de salinidad para optimizar el rendimiento de cultivos existentes y de otros que se proyecten mejores para las condiciones de cambio climático. 'En la zona central de Chile hay que pensar en innovar con cultivos que se adapten a los cambios de radiación, humedad, calor, que trae el Cambio Climático', comenta Sáez.

Agrega que la experiencia permite además generar políticas públicas para el uso de desalación agrícola, lo que podría ser utilizado como insumo para la Ley de Desalación que está en el Parlamento desde 2018. 'La idea es empezar a vincular estos aspectos, no solo el impacto ambiental, sino cómo se complementa con reuso, con fuentes convencionales, y para ir utilizando en agricultura. No hay regulación en Chile y esto podría contemplarlo. Y esto puede ser muy importante como generación de insumo para avanzar', enfatiza.

EL objetivo final sería que a través de este tipo de desalación se genere lo que ha ocurrido en Israel o en España. Según explica el especialista, la desaladora más grande de Europa va a regadío. 'Esto ha generado que el agua a través de la agricultura genere economías de micro a macro escala, como lo que ocurre en Almería, donde instalaron desaladoras en zonas desérticas y se han formado pueblos y ciudades en torno a esto porque generas fuente de agua, creas cultivos, y con esto empiezan a aparecer otros negocios. Y es un poco lo que queremos hacer en Chile, porque hay comunidades y poblados que han ido migrando por escasez hídrica, y se van perdiendo estas tradiciones de la AFC a la mediana o grande. Esto permitiría darle un dinamismo mayor a la agricultura'.Sola sostiene que la estrategia de desalación que se adopte va a depender de las gestión y políticas públicas. 'Puede ser una estrategia más local, con plantas modulares, bien organizadas para recuperar agricultura local, tradicional y cultural, como Pullally, o una más intensiva, de más agricultores, de mayor volumen de producción, con plantas multipropósito'.

Es lo que también percibe Jesús Bazáez, aunque su temor es cómo seguirá esto más allá de la experiencia piloto. 'Estamos viendo que la desalación resulta para la producción. Aquí necesitamos ver la posibilidad de que esto se vaya ir replicando. Espero que a futuro se pueda materializar o llevar a cabo en el sentido que una planta desaladora es cara y hay que ver cómo se puede hacer. Pero estoy muy entusiasmado, porque golpee muchas puertas buscando alternativas y aquí hay una que resulta. Hemos tenido varios agricultores que han venido a hacer algunas visitas. Estamos abiertos a que esto se conozca y que se difunda'  

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