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La Tribuna
Columnista

Una Navidad vivida con Jesús

Bernardo Álvarez

Vice gran canciller de la UCSC
Obispo Auxiliar de Concepción

por Bernardo Álvarez

Nos encontramos a pocos días de celebrar la Navidad del 2024. Esta fiesta tan esperada cada año se llena de sentido por la espera del nacimiento de Jesucristo, el Emmanuel, Dios con nosotros. Navidad se presenta siempre como un tiempo de gracia, una invitación que viene del cielo para acoger, con un corazón bien dispuesto, la novedad que trae el Hijo de Dios que viene a salvarnos y a traer esperanza a nuestras vidas. Amor, fe, esperanza, misericordia, paz, alegría, consuelo, agradecimiento, compasión, solidaridad, perdón, fraternidad con virtudes y sentimientos que resurgen con fuerza en este tiempo y anidan en nuestros corazones durante estos días de Navidad, invitándonos a reflexionar sobre lo esencial.

Nos encontramos a pocos días de celebrar la Navidad del 2024, una fiesta esperada que renueva nuestra fe y nos recuerda el nacimiento de Jesucristo, el Emmanuel, Dios con nosotros. Navidad es un tiempo de gracia, una invitación a abrir nuestro corazón con humildad para acoger al Hijo de Dios, quien viene a salvarnos y a traer esperanza a nuestras vidas. Amor, fe, esperanza, paz, consuelo, compasión, solidaridad y fraternidad son virtudes que resurgen con fuerza en este tiempo, invitándonos a reflexionar sobre lo esencial.

El cuadro por excelencia de la Navidad es el pesebre, el solo hecho de abrir la caja donde lo guardamos año tras año, sacar cada figura, limpiarla y ubicarla en un lugar especial de nuestro hogar se transforma ya en un acto lleno de sentido, es como una actitud de desempolvar y dar realce a lo esencial de nuestra vida: el amor de Dios misericordioso manifestado en su Hijo Jesucristo.

El pesebre nos conduce a la contemplación de la gran paradoja cristiana: por una parte, apreciamos un nacimiento en condiciones precarias, la vida humana que nace pobre, frágil y débil en el portal de Belén (Lc 2, 7); por otra, contemplando la misma escena, la fe cristiana se aproxima con reverencia a las puertas del misterio de Dios, porque en el pequeño niño se cumplen las promesas dichas desde antiguo, es el Salvador, el Mesías, el Señor (Lc 2, 11).

Es significativo y también comprometedor considerar que el acontecimiento fundamental de la Navidad, el nacimiento del Salvador, se expresa en el don que proviene de lo alto y que nos sale al encuentro en lo pequeño, en lo humilde; reconocer que la gloria del cielo se hace visible en la fragilidad de un recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre (Lc 2, 12).

Vivamos durante estos días que quedan una vigilante y atenta espera, acompañemos a María y a José, pero también dejémonos acompañar por ellos, cultivemos la oración y el silencio, gestos de caridad y solidaridad con sentido y, por sobre todo, apreciemos el gran regalo de Dios para nuestra humanidad: una Navidad y una historia vivida con Jesús.

Bernardo Álvarez

Vice gran canciller de la UCSC

Obispo Auxiliar de Concepción

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