Cartas

Futsal y protestas

Señora directora:

Por primera vez en la historia de Los Ángeles íbamos a tener

un evento deportivo que reunía a varios de los mejores exponentes de una

disciplina deportiva.

Por primera vez en la historia de la ciudad estaba

revolucionada y más de 20.000 personas ya tenían sus tickets para disfrutar de

esta Copa América de Futsal.

Por primera vez en la historia, Los Ángeles había tenido

manifestaciones ciudadanas de más de 8000 personas marchando por las calles.

Por primera vez en la historia sentíamos orgullo de saber

que, a pesar de las manifestaciones, Los Ángeles era un oasis comparado con la

violencia vivida en otras comunas del país y la región.  Acá los incendios, saqueos y balazos son sólo

parte de un imaginario de aquellos que en vez de llamar a la calma, disfrutan

sembrando el pánico.

Por primera vez en la historia un presidente de la república

dijo que estamos en guerra, sin estarlo. 

Y el primero que se compró ese discurso fue nuestro imberbe e inexperto

gobernador. Quien seguramente preocupado de los miles que marchan en las calles

no pudo ver más allá de sus narices y darse cuenta de que varios de esos miles

que protestaban, si se realizaba la Copa América, no estarían en las calles

vociferando, sino gritando ceacheí en el Polideportivo.

Con esta decisión perdimos todos.  El comercio, los restoranes, los hoteles, los

hinchas del fútbol y las familias que querían disfrutar de un evento nunca

antes visto en su ciudad.

Con esto también perdió el gobernador, quien tuvo la

oportunidad de demostrar que podía ser un político con futuro y nombre propio y

no ser recordado simplemente como la autoridad que suspendió el evento

deportivo más grande de la historia, sin haber motivos para hacerlo.  Una autoridad debe dar señales de

tranquilidad y normalidad, suspender todo es lo más fácil para cuidar un cargo,

pero no precisamente para cuidar a la ciudadanía.   Este gobernador será recordado como un niño

que se asustó porque al escuchar los tambores de las batucadas efectivamente

pensó que estábamos en guerra. 

Seguramente se asustó  porque los

gritos que acompañaban a la música no solo exigían justicia, dignidad y un

trato justo.  Esos gritos también pedían

porque las autoridades designadas fueran personas que representaran

experiencia, competencias, méritos propios y no simplemente un apellido.  Definitivamente, señor gobernador Vladimir

Fica junior, usted no estuvo a la altura.

Juan Eduardo Peña




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