Abuelitas del hogar Los Robles celebran 300 años de vida

La vejez es considerada la etapa cúlmine de la existencia de cualquier ser humano, donde tanto experiencia como sabiduría convergen de manera paulatina. A lo largo de todo el mundo los gobiernos son conscientes del aumento de personas que alcanzan este periodo, a raíz de la extensión de la esperanza de vida de las personas. Una proyección que en el caso de Latinoamérica ya supera los 76 años, posicionando a Chile entre los países con menor tasa de fecundidad y mayor esperanza de vida.

De acuerdo con el documento ‘Envejecimiento en Chile: Diagnóstico y Consulta Ciudadana’ del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), "el envejecimiento de la población es un fenómeno mundial y constituye uno de los principales retos al que se enfrentan los países en el momento actual (...) Este se explica, en parte, por la constante disminución de la tasa de fecundidad y el aumento de la esperanza de vida, situación que provoca que cada vez haya menos nacimientos y la población viva más años, fenómenos que, en conjunción, modifican la estructura poblacional".

En ese sentido, las cifras dan cuenta que en Chile hay más de tres millones de personas mayores. En ese marco, la región del Biobío concentra 21,3 % del total. Vale destacar que estos dígitos, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) 2017-2035, deberían continuar en aumento llegando a cerca de los "cuatro millones 615 mil personas, alcanzando un índice de envejecimiento poblacional de 131 personas mayores por cada 100 menores de 15 años" en 2030.

EL CLUB DE LOS CIEN

Si consideramos que la esperanza de vida de Latinoamérica bordea los 76,1 años, es más que relevante destacar aquellos casos excepcionales que han superado con creces dicho número. Dentro de la provincia de Biobío, específicamente en la comuna de Los Ángeles, existen varios de estos casos que, además de superar las expectativas, han gozado de llegar a cumplir, nada más y nada menos, que un siglo de vida.

Tal es el caso de Lina Lidia Dorn Schurter, de 101 años, que nació el 04 de agosto de 1922. Lina es hija de padres alemanes, don Otto Paul Dorn Liber y doña July Schurter Keller. En su inicios estudió en el Colegio Agrícola para hijos de extranjeros en la región de La Araucanía, más tarde, se casó con Luis Hauenstein Jaccard el 15 de julio de 1942, a la edad de 19 años. De acuerdo a lo comentado por su familia, "tuvo tres hijos Luis, Guillermo (fallecido) y Lienche", mientras que, en la actualidad, es abuela de diez nietos, bisabuela de 21 bisnietos, y tatarabuela de dos tataranietas.

Por su parte, está Zunilda Guzmán González, de 100 años, quien nació el 18 de enero de 1923 en la ciudad de Angol. Zunilda, al igual que muchas personas con vocación, dedicó su vida a la educación llegando a destacar como ‘Profesora Guía Normalista’ en la Escuela Anexa a la Normal de su comuna natal. Actualmente, goza de cuatro hijos, once nietos y dos bisnietos, lo que al igual que Lina, la convierten en bisabuela.

A punto de entrar al club de los cien se encuentra Ernestina del Tránsito Balvoa Leiva, de 99 años, que nació el 15 de agosto de 1923 en la localidad de Chacayal Norte, al oriente de la ciudad de Los Ángeles. Tal como señalaron sus familiares, "fueron cinco hermanos, Sofía, Cecilia, Ernestina, Gilberto y Juan Balvoa, quedando actualmente solo ella viva". Ernestina inició sus estudios en su localidad natal hasta que, posteriormente, se trasladó hasta Los Ángeles, lugar donde trabajó al interior del Complejo Asistencial como maestra de cocina. Un rubro que ejerció hasta el día de su jubilación.

BREVE HISTORIA DE UNA EXTENSA VIDA

Cada una de estas longevas personas se encuentran en la residencia del adulto mayor Los Robles, lugar hasta donde llegó el equipo de prensa para conversar con otro ejemplo de vida, la sra Irma Alicia Dibarrart Lousteau, de 96 años.

Irma Dibarrart nació el 09 de junio de 1927 en la comuna de Santiago, y en la actualidad es la presidenta del Club del adulto mayor Los Robles. Tal como detalló, posee doble nacionalidad, chilena y francesa, gracias a su padre: "Mi padre era francés y mi madre hija de franceses. Los padres de ellos, es decir, mis abuelos, se vinieron a vivir a Chile desde el otro continente", contó.

"A Francia fui una vez y la verdad me pareció maravilloso", continuó relatando, "en mi casa mi padre tenía costumbres francesas, por ejemplo, nos hacía hablar en francés a la hora de almuerzo. Él no pasaba la mantequilla si uno no le decía ‘beurre’, eso era una obligación (...) Le transmitimos a nuestros nietos esas tradiciones, pero no mucho, porque con mi esposo hablábamos mucho castellano. Él también era descendiente francés, pero nos expresábamos más fácil en castellano". De todas formas los nietos, contó Irma, fueron a colegios franceses.

"Es lindo haber llegado a esa edad (en alusión a sus compañeras que ya ostentan 100 años de vida), a mí todavía me faltan cuatro años. No obstante, también es muy lindo llegar a la edad mía porque disfruto de mis nietos y de mis bisnietos", agregó la entrevistada.

Finalmente, Irma Alicia Dibarrart Lousteau, de 96 años, señaló que, sin dudas, "es lindo conocer a los bisnietos y llegar a ser bisabuela (...) Hay que agradecer a Dios esto, porque poder estar con los nietos y con los bisnietos es algo muy lindo, claro que cuesta llegar eso sí, sobre todo los últimos años. Yo, por ejemplo, este año ya estoy muy achacosa". Vale destacar que Irma tiene tres hijos, diez nietos y siete bisnietos, a quienes no dudó en enviar un afectuoso saludo: "Un saludo a mis tres hijos, estoy muy bien aquí".