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La Tribuna

La cruzada de la ingeniera comercial que busca inspirar a otros para ser familia de acogida

por Stephanie Ramírez M.

Actualmente en nuestro país existe un total de 8.809 niños, niñas y adolescentes son atendidos en programas de Familias de Acogida (FAE).

•A sus 41 años, Alejandra Catan ha sido cuatro veces familia de acogida. Por estos días tiene a su cuidado una niña de solo cuatro meses. / cedida

Fue en 2016, en medio de la conmoción causada por la trágica muerte de Lisette Villa, una niña que falleció en una residencia de acogida que Alejandra Catan (41), ingeniera comercial y psicóloga, decidió dar un vuelco a su vida, y lejos de quedarse en la indignación de las marchas y consignas "No más Sename", que se armaron en la época, optó por actuar y transformarse en familia de acogida de una niña o niño en vulnerabilidad.

"Su muerte me marcó mucho. Recuerdo las marchas de ‘No más Sename’... hasta ahí yo era súper lejana al sistema de protección, lejana a qué pasaba con los niños, incluso desconocía la realidad de las residencias. Pero es caso fue tan fuerte, que dije ‘quizás yo puedo hacer algo. Tengo una  buena situación económica, vivo sola, estoy en condiciones de poder aportar. Aportar en lo concreto, más que yendo a las marchas: cuidando a un niño", recuerda.

Sin contarle a nadie y llena de miedo y mitos, pensando que no cumpliría con las condiciones por ser soltera y no tener hijos, inició el proceso de evaluación y después de seis meses, fue declarada idónea, marcando el inicio de su camino como familia de acogida, para evitar que niñas y niños que han tenido que ser separados de sus familias por vulneración de derechos fueran ingresados a residencias del Sistema Nacional de Menores, ex Sename (hoy Servicio Nacional de Protección Especializada para la Niñez y la Adolescencia o ‘Mejor Niñez’).

"A diferencia de mucha gente a quienes les complica esto de ser cuidador "temporal",  para mí que fuera temporal fue bueno, porque puedo cuidar a los niños un tiempo y en algún minuto ellos van a tener su situación definitiva, y yo puedo seguir siendo cuidadora de otro menor", cuenta.

Su primera experiencia fue con dos hermanos. Lo recuerda como un proceso muy desafiante. "Fue un caso muy difícil, me costó mucho", dice Alejandra. "Se trata de niños que han sido muy vulnerados y mientras algunos ven en ellos solo el mal comportamiento, desconocen toda la historia de vida que arrastran a su corta edad".

Sin embargo, enfatiza, esa primera experiencia también le brindó la oportunidad de ver transformaciones significativas. "A veces me cuestionaba si iba a ser capaz de logar cambiar la vida de este niño, y finalmente entendí que sí se puede, porque a él le faltaba esa oportunidad de vivir en familia y no en una residencia", cuenta. Cuando habla recuerda a Cristian, uno de los dos hermanos que acogió y quien, antes de irse con una familia, le pidió que siguiera siendo familia de acogida para otros niños. Si bien una vez que partió no tuvo más noticias de él -porque en ese momento el sistema lo prohibía-, el compromiso de Alejandra se vio recompensado cuando Martina, una niña que estuvo con ella por un año y tres meses, fue adoptada por una familia que la considera parte de su vida. El sistema hoy permite mantener el vínculo y ella la ve recurrentemente.

Actualmente, Alejandra continúa siendo familia de acogida y cuida a una recién nacida, de cuatro meses. Es su cuarta experiencia en seis años. A diferencia de las veces anteriores, debido también a los cambios positivos del sistema, hoy ella se encuentra de postnatal por ser cuidadora de esta pequeña.

Según el documento "El Poder de Cuidar en Cifras" publicado por Mejor Niñez, actualmente un total de 8.809 niños, niñas y adolescentes son atendidos en programas de Familias de Acogida (FAE); de estos, 4.690 son mujeres, y 4.119 hombres. Mientras que en proyectos de Cuidado Alternativo Residencial son atendidos un total 4.708 niños, niñas y adolescentes, de ellos 2.576 mujeres y 2.132 hombres.

A pesar de la cifra significativa de niños en programas de FAE, la realidad es que más de 4.600 niños, niñas y adolescentes aún se encuentran en residencias, sin una familia, subrayando la necesidad crítica de más familias de acogida en Chile.

Acompañamiento a las familias 

En la búsqueda por cambiar esta realidad en Chile, en el último tiempo han nacido iniciativas como la "Alianza por el Acogimiento Familiar", impulsada por las fundaciones Ilumina, San Carlos de Maipo y Colunga, que busca promover y fortalecer la labor de las familias de acogida en Chile.

"Ser familia de acogida puede ser una tarea muy demandante, estresante y exigente", dice Francisca Reutter, directora ejecutiva de Fundación Ilumina. "Tener una comunidad de apoyo, un espacio donde los individuos pueden conectarse, comunicarse y sentirse parte de un grupo, reduce el riesgo de aislamiento y agotamiento emocional", agrega.

Alejandra, forma parte de la Fundación ProAcogida una organización de voluntarios con el objetivo de contar con más y mejores familias de acogida y que se ha visto apoyada por la "Alianza por el acogimiento familiar".  Uno de sus  proyectos son las "Incubadoras de Familias" que se centra en la sensibilización, captación, información y acompañamiento a personas interesadas en acoger.

"Hay niños que cuentan con una abuela, tío, hermano, que se hacen cargo de ellos al ser separados de sus padres biológicos, pero cuando los menores no tienen esa posibilidad, se van directamente a una residencia que están llenas y no hay cupo, por eso es importante que haya más familias de acogida", cuenta Alejandra.

Y grafica la importancia del acompañamiento de la siguiente forma: "A veces pasa que te inscribes y no te llaman", cuenta Alejandra, o sencillamente, a veces las dudas inmovilizan. "No sabes cómo o dónde inscribirte, los plazos de cuidado o qué pasa cuando los niños se van...Queremos que las familias no se sientan solas, sin tener a alguien que te ayude", agrega.

Con este acompañamiento, Alejandra espera motivar a que más personas puedan marcar la diferencia en la vida de niños, niñas y adolescentes vulnerables, buscando garantizar que todos los niños tengan la oportunidad de crecer en un entorno familiar; manteniendo además el vínculo continúo entre las familias y los niños, incluso después de que estos hayan encontrado un hogar permanente.

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