Con apenas dos años de distancia, los ambientes políticos en nuestro país han tenido una transformación profunda. Si en mayo de 2021 se realizaban las elecciones para escoger a los 155 integrantes de la Convención Constituyente en un ambiente de profunda efervescencia ciudadana, 24 meses más tarde el panorama es diametralmente opuesto: la apatía y el desinterés fueron la tónica de todo el proceso vivido desde fines del 2022.
La experiencia ha señalado que la historia es pendular. Si hace muy poco, en mayo de 2021, unos celebraban el triunfo y otros lamentaban la derrota, ahora (mayo de 2023) los papeles se invirtieron de manera absoluta.
Sin embargo, más allá de esos profundos cambios de ánimo en el ethos del país - que deben ser digno de un estudio de especialistas - lo que realmente importa es que ha sido la democracia la que ha prevalecido. Más allá de las legítimas consideraciones y cuestionamientos sobre los recursos empleados, herramientas, tácticas y estrategias usadas por unos y otros diferentes, ha sido cada ciudadano quien ha tenido la decisión en sus manos.
Eso es lo que permitirá que, en cumplimiento a los acuerdos pactados en noviembre de 2022 por la mayor parte de las colectividades con representación legislativa, el próximo 7 de junio se reúnen en torno a una mesa los 50 consejeros constitucionales electos a lo largo del territorio nacional, incluidos los tres representantes de la Región del Biobío.
Este cuerpo colegiado tendrá la tarea de discutir y consensuar un nuevo proyecto de constitución, luego del fracasado proceso anterior que llevó adelante la Convención Constituyente. Se trata de una nueva oportunidad para elaborar un documento que condense las pretensiones por una mejor sociedad en una mirada a 30 ó 40 años plazo, desde todas las veredas posibles, con una mirada integradora y diversa, que sea capaz superar las rencillas del momento.
Si bien ahora los ánimos son diametralmente opuestos, quienes fueron electos en la jornada de este domingo 7 de mayo tienen sobre sus hombros la responsabilidad de proponer un nuevo pacto social, consensuado y gestionado en democracia, evitando los errores, pecados y vicios cometidos en el fracasado proceso anterior.
A los elegidos y elegidas, solo nos queda desearle el mayor de los éxitos ante semejante responsabilidad, ante esta gran tarea de aportar para ser un mejor país, entre todos los que habitamos en este rincón del planeta.