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Tabaquismo

por La Tribuna

Cigarro / Archivo La Tribuna

Hace treinta años, el panorama del tabaquismo en Chile era muy distinto. Era común ver a fumadores en lugares públicos, como escuelas y hospitales. La imagen de un profesor fumando en la sala de clases o un visitante encendiendo un cigarrillo en la sala de espera de un hospital no era extraña. Afortunadamente, las políticas de salud pública y a la creciente concienciación sobre los peligros del tabaco, han dejado atrás esas prácticas. Sin embargo, el tabaquismo sigue siendo una de las principales causas de enfermedad y muerte en el país, lo que subraya la necesidad de implementar medidas más efectivas para combatir este problema de salud pública.

El tabaquismo en Chile sigue siendo alarmantemente alto, con un impacto significativo en la salud de la población. Según datos del Ministerio de Salud, aproximadamente el 25% de los adultos chilenos fuma, lo que coloca a Chile entre los países con mayores tasas de tabaquismo en América Latina. Este hábito está asociado a una serie de enfermedades graves, incluyendo el cáncer de pulmón, donde el 85% de los casos están directamente relacionados con el consumo de tabaco. También es un factor importante en enfermedades cardiovasculares, aumentando significativamente el riesgo de infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares, así como en enfermedades respiratorias crónicas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Además de estos problemas de salud, el tabaquismo representa una carga económica considerable para el sistema de salud chileno, con altos costos asociados al tratamiento de enfermedades relacionadas con el tabaco.

Para reducir su incidencia y consecuencias en la salud pública, es crucial que se adopten medidas integrales y efectivas. En primer lugar, el aumento de los impuestos sobre los productos de tabaco es una de las estrategias más efectivas para reducir su consumo. Al elevar los precios, se puede disuadir a los jóvenes de comenzar a fumar y motivar a los fumadores actuales a dejar el hábito. En segundo lugar, aunque ya se han implementado leyes que prohíben fumar en espacios públicos cerrados, es necesario expandir estas regulaciones a áreas públicas al aire libre, como parques y playas, para proteger a los no fumadores del humo de segunda mano y reducir la normalización del acto de fumar. Además, invertir en campañas de educación pública que destaquen los riesgos del tabaquismo y promuevan los beneficios de dejar de fumar es esencial, que deben ir dirigidas a los jóvenes y a los grupos más vulnerables.

Facilitar el acceso a programas y servicios de cesación del tabaco, incluyendo terapias de reemplazo de nicotina y apoyo psicológico, puede ayudar significativamente a los fumadores a dejar el hábito. Estos programas deben ser accesibles y asequibles para toda la población. A pesar de las restricciones, es necesario fortalecer la regulación sobre la publicidad, promoción y patrocinio de productos de tabaco para evitar que las empresas tabacaleras sigan captando nuevos consumidores, especialmente entre los jóvenes.

La lucha contra el tabaquismo en Chile ha avanzado, pero queda mucho por hacer. Si hace tres décadas fumar en escuelas y hospitales era una práctica común, ahora se puede apreciar lo logrado y reconocer la importancia de seguir implementando políticas de control del tabaco, a través de una combinación de medidas, se podrá reducir la prevalencia del tabaquismo y proteger la salud de las futuras generaciones.

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