Editorial

A 150 años de la llegada del tren

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Estación de Ferrocarriles de Los Ángeles / FUENTE: (none)

El próximo año será importante rememorar uno de los mayores hitos en la historia de Los Ángeles: en 2025 se cumplirán los 150 años de la llegada del tren a la capital provincial.

Porque nadie duda que el ferrocarril marcó un antes y un después en la historia de Los Ángeles. Ese que la villa estaba prácticamente aislada del resto del territorio nacional, situación que recrudecía con las lluvias del invierno que anegaban caminos y colapsaban ríos y esteros. Desde noviembre de 1875 en adelante se pudo - por fin - tener una forma rápida y expedita de tener contacto con buena parte del país gracias a la trama ferroviaria.

Antes, cualquier contacto con las ciudades vecinas se debía hacer en trabajosos viajes a caballo o en carruajes. Se contaba con un servicio que realizaba los trayectos hasta Chillán o Concepción pero eran lentos, cansadores y exponían a sus ocupantes al permanente riesgo de ser víctima del pillaje de avezados bandoleros.  

A fines de 1875, por primera vez los espesos vapores de una locomotora surcaron los cielos de Los Angeles para anunciar su llegada a la flamante estación ferroviaria. Aunque no fue a través de línea central, que pasaba por Santa Fe, a la villa de Los Ángeles en ese tiempo se llegaba a través de un ramal de 21 kilómetros, cuyas estaciones intermedias eran la Comunidad Bordeu (ahora Virquenco), Candelaria y El Arrayán.

Pese a la importancia de aquel acontecimiento, en las publicaciones de ese tiempo apenas se reseña la puesta en marcha de la estación ferroviaria. Se alude a incidentes menores, a algunas demoras o accidentes pero no hay referencias al hito inicial, a la ceremonia que seguramente acompañó ese hecho. Recién al año siguiente se publican los itinerarios de viaje.

35 años más tarde, hacia 1910, el servicio estaba totalmente consolidado. De acuerdo a la investigación del abogado e historiador Tulio González, los angelinos contaban con cuatro salidas diarias hasta la vecina localidad de Santa Fe y sus conexiones a las 7, 9,50, 12,45 y 17 horas. Además, estaban las cercanas estaciones de Coigüe, Millantú, Diuquín, Laja y San Rosendo que también recibían gran cantidad de pasajeros y carga.

Y tantos como los que salían, otros trenes de pasajeros llegaban. El primero se hacía sentir con sus pitazos y ya las 0:35 de la mañana estaba en Los Angeles. Otros cuatro más llegaban a lo largo del  día. Por otro lado, los trenes de carga especiales aglomeraban ganado o las cosechas de los campos cercanos. Un tren de carga llegaba todas las tardes a las 19 horas y otro partía a las 20:25 horas hacia Talcahuano.

Todo ese conjunto de frenética actividad hacía bullir la zona del recinto Estación, situado a apenas tres cuadras de la plaza de la Plaza de Armas. La prueba de ellos es que en su entorno existió un retén policial, además de hoteles, hospederías, bares, almacenes, bodegas y corrales para animales. Algo de ese pasado aún queda en la actualidad en los pocos recintos que ofrecen hospedaje.

Ese pasado esplendoroso, del cual solo quedan los recuerdos y un puñado de fotos que sobrevivió al olvido y la desidia, es importante relevarlo el próximo 2025, en el entendido que fue un precedente fundamental para el devenir del territorio, desde todas sus dimensiones posibles. Porque hubo un antes y un después para Los Ángeles gracias al ferrocarril y eso es importante tenerlo presente para las nuevas generaciones.

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