Día Nacional del Donante

Este viernes 27 de septiembre se conmemora el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos, fecha instaurada en memoria de Pamela Toledo Ortiz, una niña de 12 años de Talca, quien falleció en 1995 producto de un Accidente CerebroVascular (ACV).  Semanas antes de su repentino deceso, Pamela había manifestado a sus padres la voluntad de donar sus órganos en caso de morir, deseo que fue respetado por la familia, convirtiéndose así en la primera donante.

Un noble gesto que es importante recordar considerando que, cada año, miles de personas se encuentran en listas de espera para recibir un órgano que podría salvarles la vida. Sin embargo, la demanda sigue superando con creces la cantidad de donantes disponibles.

Según un reciente estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, el que buscó conocer las diferentes posturas que tienen los chilenos frente a la donación de órganos, el 74% de los chilenos afirma que donaría sus órganos al fallecer. No obstante, esa voluntad de donar, no se refleja en la realidad nacional en donde la tasa es de 9 por millón de habitantes, lejos aún de países como España (entre 40 a 50 por millón de habitantes).

Las principales razones -según el mismo estudio- son en un 29% no lo haría por desconfianza en el sistema de listas de espera de órganos, un 19% no lo haría por temor a que lo dejen morir para usar sus órganos, mientras que un 16% afirma que no lo haría por desinformación sobre el proceso de consentimiento.

Otro dato importante que arroja la encuesta es la alarmante falta de información sobre la importancia de donar, y sobre todo la necesidad real que existe en nuestro país.  Cabe mencionar, que actualmente más de 2.000 chilenos están en lista de espera y la única limitación para salvarse de la muerte -o para dejar de estar conectados a una máquina varias horas al día por varios días a la semana- es la disposición de órganos.

En muchos países, las políticas para promover la donación han avanzado, pero aún persisten barreras culturales, éticas y legales que impiden que la sociedad abrace completamente este acto altruista. Como país, tenemos la tasa de donantes más baja comparativa con el mundo desarrollado y la misma tasa de donantes desde hace 20 años.

Sin embargo, más allá de las políticas, y en el ejemplo de Pamela, podemos ver que el verdadero cambio radica en que cada uno de nosotros, de manera informada, tome la decisión y que esta sea respetada, ya que al final del día, la donación de órganos es un acto de amor, de solidaridad y, sobre todo, de esperanza.

Es momento de abrir el debate, de hablar con nuestras familias y de hacer un compromiso con la vida. Ser donante es la manera en que, incluso después de partir, podemos seguir contribuyendo al bienestar de los demás. ¿Y acaso no es ese el legado más noble que podemos dejar?