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Un informe titulado "Sin miedo en la escuela", realizado por académicos de diversas universidades chilenas, reveló que la pandemia de COVID-19 exacerbó los problemas de violencia escolar y salud mental en los estudiantes. El regreso a clases presenciales en 2022 trajo consigo un aumento en los incidentes violentos, junto con una sobrecarga laboral para los docentes y una falta de recursos en los colegios. Esto ha puesto a prueba la capacidad de las escuelas para gestionar la convivencia escolar.
El estudio, en el que participaron los académicos Paulina Sánchez, Paula Ascorra, Christian Berger y Jorge Varela, forma parte del Nodo Latinoamericano de Prevención de la Violencia contra la Niñez en la Escuela y fue presentado junto a informes de Argentina, Colombia y Perú, abordando la problemática común de la violencia en las escuelas en la región.
A pesar de los avances en políticas públicas en Chile, como la Ley N° 20.536 y el Plan de Gestión de la Convivencia Escolar, el informe destacó que la implementación efectiva de estas normativas sigue siendo irregular. La Superintendencia de Educación ha sido clave en la supervisión y respuesta a denuncias, pero persisten limitaciones en la aplicación homogénea de las políticas y en el seguimiento de los casos reportados.
El Plan de Reactivación Educativa del Ministerio de Educación, que incluye el programa "A convivir se aprende", busca atender estos problemas mediante la integración de salud mental y convivencia escolar. Sin embargo, el informe subraya que estas iniciativas requieren una evaluación constante y mayor financiamiento para asegurar su efectividad a largo plazo.
Paula Ascorra, académica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y una de las autoras del estudio, afirmó que la colaboración intersectorial es clave para abordar la violencia escolar de manera integral. "Este informe destacó la necesidad de una colaboración intersectorial en la prevención de la violencia escolar. Invertir en programas de apoyo, salud mental y formación docente no es solo un gasto, es una inversión en el futuro de nuestra sociedad, asegurando que nuestros niños crezcan en ambientes seguros y protectores", destacó.
El estudio concluyó con un llamado a reforzar cinco áreas clave:
Finalmente, los autores resaltaron la necesidad de una colaboración intersectorial para prevenir la violencia escolar y destacaron que invertir en programas de apoyo y salud mental es una inversión en el futuro de la educación.
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