La historia del primer descenso por canoa en el estero Quilque

Fue en diciembre de 1982. La memoria, que a veces puede ser un poco difusa, sitúa más o menos en ese tiempo lo que sería la primera bajada en kayak por el estero Quilque.

Eran otros tiempos, por cierto. Lo que partió siendo una apuesta de dos jóvenes, los hizo subirse a unas frágiles embarcaciones para surcar el curso de agua en su paso por la ciudad de Los Ángeles.

A propósito que la agrupación Quilque Ancestral organizó este domingo una bajada en kayak, Jaime Wilson rememoró lo que fue una verdadera aventura de un grupo de jóvenes angelinos durante los años ‘80.

En esos años, no se conocía de la experiencia de bajar por los ríos ni nada parecido. Recién se tuvieron noticias de ese tipo de prácticas en los ´90 cuando hubo protestas de ciudadanos norteamericanos por la construcción de represas en el río Biobío, lo que terminaría con los rápidos para practicar rafting.

Eran tiempos muy distintos, sin duda. En esos años todas las aguas del alcantarillado iban directo al estero Quilque. Ni en sueños se pensaba en una planta tratadora de aguas servidas. Era la fiesta de las coliformes fecales.

No era precisamente el ambiente más saludable para una aventura de ese tipo. Pero, así y todo, Juan José Bahamondes y Cristian Aranda hicieron la apuesta que consistía en navegar por el Quilque, partiendo desde el puente en la Ruta Cinco Sur (ahora avenida Las Industrias) y llegando al centro de la ciudad. Específicamente, detrás del edificio Pedro de Córdoba (calle Colo Colo, casi al llegar a Colón). Metros más, metros menos, la distancia entre ambos puntos es de 2,6 kilómetros.

Al término de la aventura en el agua, ambos serían esperados por sus amigos de correrías para confirmar el cumplimiento la hazaña, luego de lo cual se bajarían de las embarcaciones para ir a comer al Rincón Alemán, un local muy cotizado en su tiempo por sus sándwich y hamburguesas.

Un detalle importante. En esos años no se conocían los kayaks. No se sabía de la existencia de ese tipo de embarcaciones personales. ¿La alternativa? Usar canoas que se usaban en la laguna Las Mellizas, que eran propiedad del padre de uno de los participantes.

Otro detalle. Sabiendo lo contaminado de las aguas en esos años, ambos tomaron la precaución de vacunarse.

Otro dato. En esa época, en buena parte del trayecto - desde la Ruta Cinco Ahora (ahora avenida Las Industrias) hasta Marconi - prácticamente no había ninguna vivienda o edificio, un descampado. La ciudad era mucho menos poblada, en particular, en la zona hacia el oriente.

Ah, lo último. El paseo Ronald Ramm, que nos permite ver el estero Quilque entre Almagro y Colón, es de 1989, es decir, siete años antes todo ese tramo (partiendo desde Villagrán) había que pasarlo bajo las construcciones.

Por eso, de acuerdo al relato de Jaime Wilson, la expedición de sus amigos Juan José Bahamondes y Cristian Aranda se realizó sin mayores inconvenientes durante buena parte del recorrido hasta que se enfrentaron al desafío de los tramos cerrados.

De hecho, al pasar entre Villagrán y Almagro ambos se terminaron volcando en el agua (¡glup!), quedando completamente empapados. Pese a todo, se recuperaron, volvieron a subir a sus canoas y llegaron a destino.

El cierre de la apuesta debió esperar a que ambos se fueran a bañar y cambiarse de ropa antes de sentarse a comer el sándwich en El Rincón Alemán, mientras relataban las peripecias de la aventura de descender en canoa por el estero Quilque.