Pamela Díaz, profesora de educación física, vive desde el 2005 en Los Ángeles, tiene una academia que se llama Haruki, trabaja en Karate como instructora en la que lleva 20 años. Es un karate en base a la defensa persona, y la prioridad no es la competencia, por lo que van niños desde los 3 años hasta edades prolongadas.
Se vino al colegio Alemán como profesora, abrió la rama de karate del establecimiento educacional, y luego dejó de trabajar en el lugar para armar su propio espacio deportivo.
“Todos pueden hacer karate porque es ambidiestro, por lo tanto uno desarrolla ambas partes del cuerpo, pero el objetivo del karate es el espíritu y el cuerpo, entonces depende la pedagogía como tu apuntes los patrones motores, y no hay base de competencia, entonces uno se da todo el tiempo para que la persona aprenda”, comentó.
Para un karateka es considerado como una emergencia un asalto en la calle, lo importante para ellos es que la paz esté por sobre la guerra. Tratan de evitar los enfrentamientos con otras personas, pero deben estar preparados para estar dispuestos a atacar o a defenderse.
“El karate que hacemos nosotros empieza con una defensa, entonces eso implica que si me atacan, yo me defiendo, pero yo no ataco. Yo no voy a atacar a nadie, ni a usar karate, pero si lo uso como defensa, estoy en mi derecho”, cuenta.
Agrega que “cuando eres cinturón negro no puedes estar peleando, no puede haber riña, porque ya eres un arma, es algo letal, independiente de la fuerza, sino que tú ya sabes herramientas de artes marciales para defenderte. Si puedes arrancar o cruzar por otro lado, lo haces. La idea no es enfrentar, pero si pasa puedes defenderte”.
EN COMPETENCIA
A pesar que no es el foco principal, de todos modos han tenido buenos resultados en el ámbito competitivo.
“Hemos salido campeones, tenemos campeones nacionales en todas las categorías, capa, individual y equipo. Este es un karate Okinawense con tendencias Chinas, por lo tanto tiene la tradicionalidad, no es tanto la competencia. A pesar que nos ha ido bien, no es nuestro primer objetivo. Disciplina, respeto, buenas personas y poder defendernos en la calle son lo principal para nosotros”, contó Pamela.
A quienes van ingresando en la academia se les enseña desde lo básico a lo complejo, de no ser así el karate podría ser mal entendido.
“Primero se les enseña disciplina, porque de esa forma puedes incorporar todos los patrones, tanto motores como internos. Después se enseña el respeto, y luego la estructura y movimientos. Con la mezcla de meditación y equilibrio emocional, porque si no tienes equilibrio puedes andar peleando en el colegio, en una discoteca, entonces debes tener una madurez emocional. Se da tras un proceso de evaluación, de aprendizaje y que ya fluya lo que se le está entregando. Si el alumno no ha entendido, no puede seguir en karate. La idea no es golpear”, destacó.
Lo necesario de una buena base, de una buena enseñanza, está en que los niños pueden ser controlados a través de la disciplina, de no ser así no podría existir un resultado positivo.
“Al principio los niños se creen poderosos, tirando patadas, y aquí no, a medida que pasan los años lo ideal es que pasen ‘piolitas’. Y depende del guía, porque hay maestros que te enseñan a pegar, pero si tu enseñas eso, pero con la canalización del espíritu, todo bien. Uno sabe lo que es, sin necesidad de demostrarlo”, comentó Pamela Díaz.
La academia, que es un brazo del Hombu Dojo, cuyo Sensei es Iván Parra, quinto dan, está en la calle Don Víctor, sin número, donde está el Club de Campo Los Ángeles.
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