LOS DESAFÍOS DEL RIEGO EN BÍO BÍO

Desde hace algún tiempo se ha venido hablando respecto de la necesidad de que en nuestra provincia se construya un embalse para la acumulación de aguas excedentes de invierno para su uso en primavera y verano.

Definitivamente, nuestra opinión es positiva. Tal convicción nace de las siguientes razones:

Hidrológicas: Chile en su larga geografía tiene diferentes tipos de climas, correspondiendo a nuestra zona Centro Sur aquel del tipo mediterráneo, caracterizado por estaciones muy marcadas, donde las precipitaciones son abundantes en el invierno y parte inicial de la primavera, para luego dar paso una temporada más bien seca y de altas temperaturas. Cabe señalar que la normalidad hidrológica nos indica que el 69% de las precipitaciones se concentran en 4 meses (mayo – agosto, en tanto que los meses del estiaje sólo precipita el 9,6% del total anual (diciembre – marzo).

En definitiva, pasamos de situaciones de excesos, en muchas ocasiones con daños asociados, a otras de escasez extrema, con la conocida exacerbación de conflictos.

Geográficas:  En línea recta, en nuestra región, la cordillera de Los Andes se separa del océano Pacífico por sólo 150 kilómetros y entre éste y la precordillera, existe un desnivel cercano a los 1000 metros. Esta condición hace que en la precordillera y en parte importante del valle central los ríos presenten régimen de torrente y las aguas escurran con una rapidez asombrosa hasta el mar, es decir, los cauces naturales no son reservorios adecuados de las aguas excedentes. Por otro lado, la Cordillera de Los Andes no presenta, en esta zona, una altura promedio lata en relación a otras regiones, por lo que la acumulación de nieve no es suficiente para garantizar un proceso de deshielo que asegure disponer de recursos hídricos más allá de la época invernal y del inicio de la primavera.

Económicas: Hablar de la historia de Biobío es hablar del agua y de cómo ésta ha sido el motor del desarrollo de la actividad productiva de esta zona. En efecto, a principio del siglo XX con la construcción y puesta en operaciones de sistemas de regadío, como los canales Zañartu, Laja; Biobío Sur y Norte, etc., nuestra provincia definió su vocación productiva y social en base a la agricultura, pasando a ser con el tiempo, la de mayor superficie de riego en el país y donde, a lo menos, un tercio de su población vive de esta actividad. Posteriormente, a mediados del mismo siglo, se construyen las primeras centrales hidroeléctricas, las que sumadas a nuevas inversiones en el sector, nos llevaron a ser la provincia con mayor producción hidroeléctrica del país. Por otro lado, la naturaleza nos regaló extraordinarios escenarios asociados al valor escénico de las aguas, donde destaca Los Saltos del Laja, el Lago Laja, el Alto Biobío,  en torno de los cuales se ha generado, con los años, una importante actividad económica asociada al turismo, donde la concurrencia estival se contabiliza por millones de visitantes.

La sola consideración de estas tres razones pueden fundamentar perfectamente la necesidad de planificar embalses en nuestra zona, sin embargo, existen otras que reafirman esta convicción, como es el caso de la nuevas necesidades recreativas a que la población accede a medida que mejora su calidad de vida. Están también, las consideraciones de orden ambientales y ecológicas. Todo ello agravado por las tendencias, cada vez más marcadas, de una menor disponibilidad de recursos hídricos por efecto de menores precipitaciones y/o cambios climáticos que alteran la distribución estacional de las mismas.

El tema en cuestión es bastante más extenso que lo hasta aquí expuesto, por lo que en próximas columnas continuaremos entregando nuestra visión al respecto.

DIRECTORIO

ASOCIACIÓN DE CANALISTAS DEL LAJA