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La Tribuna

El bombero angelino que no dudó en socorrer a chaiteninos en la tragedia

por Marcela Vidal

El hombre de vocación de servicio señaló que la magnitud del aluvión era penosa y desoladora, pero frente a ello su deber era colaborar.

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En medio de la desgracia que hoy azota a la región de Los Lagos, habló en exclusiva con La Tribuna. El bombero angelino que dejó todo para colaborar con las cientos de personas que necesitaban una mano amiga.

Víctor Fierro Porma, voluntario de corazón de la Quinta compañía de Bomberos de Los Ángeles hace 18 años y actualmente por motivos laborales se encuentra en Coyhaique. Dice que por su pasión actualmente también colabora en la Primera Compañía de ese sector y que por esas vueltas de la vida y sus ganas de colaborar pudo ser parte del rescate de personas que hasta hoy se lleva a cabo en el sector de Santa Lucía.

El bombero nos cuenta que su tarea comenzó una vez que le tocó ser testigo del gran alud que prácticamente dejó a la villa Santa Lucía bajo capas inmensas de barro y escombros producto de las nefastas condiciones climáticas que en pleno diciembre se presentaron durante el sábado pasado.

Con preocupación y aún un poco de congoja, Fierro dice que esta fue una experiencia triste e inolvidable, donde la desesperación primaba en los habitantes que a esa hora especulaban lo peor, por ser una vez más víctimas de un desastre natural.

El además trabajador social, relata que al sonar la alarma de rescate se enlistó con premura con la Primera Compañía de Bomberos de Coyhaique, desde donde se trasladaron al sector Las juntas durante el sábado en horas posteriores al alud.

Explica que en ese momento el único sector de resguardo donde se encontraban, estaba a 75 kilómetros del lugar de la desgracia.

COMIENZO DE LABORES

El angelino, señaló que los voluntarios se reunieron para comenzar a distribuir las funciones desde donde determinaron el lugar a recorrer y a las cinco de la mañana pudieron comenzar el acercamiento a la zona cero de la villa Santa Lucía.

”La cantidad de barro que se podía apreciar destruyó un poblado completo y eso fue desolador, más cuando te dicen que hay una cantidad de personas desaparecidas, eran familiares y tampoco sabes el número que se encuentra en el lugar. También había turistas, por tanto no se sabe cuántas personas hay. Es penoso”, explico Fierro.

Agrega que la cantidad de casas de material ligero que constituía el poblado era lo que más complicaba la búsqueda. 

“En el lugar nos reunimos con el grupo de Unidad de Rescate Urbano de Osorno (USAR), nos distribuimos las tareas y según la especialidad de la compañía donde estoy trabajamos en la revisión de material peligro para detectar fugas de gas y detectar zonas de riesgo para los voluntarios. Buscamos partes seguras, para trabajar y proceder al sondeo de búsqueda de víctimas”.

El voluntario señaló que la magnitud de barro que estaba en el lugar, en promedio tenía una altura de tres metros, porque al proceder a la revisión de los lugares, el proceso los obligaba a adentrarse con barro hasta la cintura, desde donde comenzaron a realizar puentes en zonas donde se pudieran observar casas. Allí se comenzaron a realizar puentes que unieran las diferentes casas que se podían divisar, en lo que identificó como un trabajo altamente complejo.

LOS RECUERDOS DE ESA DURA LABOR

Fierro explica con pesar que en una oportunidad, pudo ser testigo de la ayuda a un adulto mayor y ante ello explica que “pude colaborar con Carabineros en el rescate de un adulto mayor que se encontraba bajo una sede social y eso fue un gran momento. Colaborar en ello es penoso, pero a su vez salvar una vida, es gratificante dentro de esta gran tragedia”.

Relató que dentro del impacto de este alud, pudo observar que el sector estaba en pleno crecimiento y remodelación. “En un lugar, que sería la Plaza de Armas, se podía observar la punta de un andamio, porque esa plaza estaba siendo remodelada”, confirma fierro. 

En otro aspecto, del recuerdo de su paso, señaló que el comercio se estaba preparando para las festividades, por lo que se apreciaba en diferentes partes decoración navideña, fiesta de la que muchas personas – que para ello se preparaban- hoy no podrán ser parte.

A su testimonio agrega que mucho ganado se vio afectado, por lo que en diferentes oportunidades, extrajeron a animales que pasaron cerca de dos días bajo el barro y se encontraban en un importante grado de hipotermia. 

LA OTRA VIDA DEL VOLUNTARIO

Actualmente el funcionario explica que llegó a Coihaique, porque es trabajador social y supervisor de un jardín infantil de la Junta Nacional de Jardines infantiles (Junji), donde lleva colaborando un par de meses.

Explica que en Los Ángeles lo espera su esposa y su pequeño hijo. “Fue complejo estar en el lugar, por la preocupación de mi esposa constante, pero esta es mi labor y por los 18 años que llevo acá, mi esposa conoce mi pasión. De igual manera, siempre existe la preocupación”.

Luego del relato explica que espera el traslado de su familia y que pronto estarán todos juntos. Pero en esta entrevista la finaliza afirmando que “cualquier bombero, que estuviera en el lugar estaría dispuesto a poder colaborar y nunca dudé en ir. Solicite permiso en mi trabajo para concurrir a la emergencia y hasta ahora me siento tranquilo por colaborar”, finaliza este noble angelino.

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