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Juan Emilio Herrera y su imperecedero vínculo con La Tribuna

La relación se inició cuando el periodista, de dilatada trayectoria en Chile y Estados Unidos, era un adolescente fascinado por lo que hacía este medio de comunicación. Llegó a la sala de prensa con 14 años para conocer la labor de los redactores hasta llegar a hacer cargo del diario. Su historia en el presente reportaje.

Juan Emilio Herrera, periodista, Diario La Tribuna
Juan Emilio Herrera, periodista / FUENTE: Diario La Tribuna

El vínculo de Juan Emilio Herrera con el diario La Tribuna viene de casi toda la vida. Cuando el diario llevaba recién unos pocos años de existencia, un adolescente lleno de entusiasmo llegó hasta las oficinas del medio para entregar el ejemplar de una publicación de su autoría, que realizó con un mimeógrafo que le regaló su madre en Navidad.

"Llegué para obsequiar un ejemplar de mi periódico ‘El Bocinazo’. Saqué cuatro copias y una la llevé a La Tribuna. Una periodista me hizo una entrevista por mi temprana vocación", rememora.

Era septiembre de 1966, Juan Emilio tenía 14 años y el diario La Tribuna llevaba ocho años de funcionamiento. Ese sería el primer acercamiento. "Después, me sentí con más confianza para acercarme al diario, saludar a los periodistas, estar en la sala de redacción, me fascinaba mirar como escribían, lo que hablaban. Conversaba con Carlos Rojas, Daniel Badilla. Se reían de mi interés por ser periodista y me decían: ‘éste no sabe en lo que se está metiendo’, ‘es muy sacrificada, mal pagada, es peligrosa’. Pero yo lo llevaba en la sangre".

Apenas terminaba las clases en el Liceo de Hombres, se iba al diario a observar el trabajo diario. Poco a poco, le fueron asignando algunas labores, como llevar artículos corregidos al taller, darle el recado a algunos prensistas. "Era como un niño de los mandados", señala.

"Después me pidieron que escribiera la sección ‘Breves de Chile y el Exterior’. Escuchaba las radios y transcribía las noticias nacionales e internacionales. Grababa con un equipo que tenía un cordelito amarrado a perilla del On y Off. Escuchaba una frase, apagaba y la escribía. Después le agregaba las fotos y se hacía un cuarto de página con noticias breves".

La primera vez que tuvo era responsabilidad, se quedó hasta la madrugada en el taller para verificar que todo estuviera correcto. "Llegué como a las 2 de la mañana a mi casa, feliz porque todo saliera bien".

El paso inmediatamente a continuación fue redactar una columna habitual que tituló "El Personaje de hoy". "Se me ocurrió relevar un personaje que se destacara por un tema noticioso a nivel nacional e internacional. Las firmaba con mi seudónimo Jemi Regón que son las iniciales de mis nombres y apellidos". Pero no se quedó ahí. El escalón que vino a continuación fue incursionar en las columnas de opinión, las cuales exigen un ejercicio mayor de análisis y ponderación. "Las presentaba y me las publicaban todas. Don Carlos Rojas, que era el jefe de informaciones, era muy abierto y amable conmigo y le gustaba lo que hacía", comenta Juan Emilio Herrera.

Sin embargo, su experiencia más memorable ocurrió un domingo de abril de 1968. Como era su costumbre, ese día llegó temprano y se dedicó a leer los diarios que estaban disponibles en la sala de redacción. Alrededor de las 11 de la mañana sonó el teléfono. "Era con Carlos que me llama y me dice que estaba enfermo, en cama, con una gripe tremenda. Daniel Badilla estaba en Temuco y no alcanzaban a llegar. Me preguntó si podía hacerme cargo del diario".

"Era mi mejor regalo que pude haber recibido con mis 16 años recién cumplidos, así que me lancé a la tarea, fascinado por el desafío. Eran seis páginas. Esa mañana llegó un colaborador con un artículo sobre Martin Luther King así que, por lo menos, ya tenía algo para empezar. A las 5 de la tarde llegaría el reportero con los resultados deportivos pero el resto era mi responsabilidad".

Pero la historia no quedó ahí. "A las 6 de la tarde suena el teléfono otra vez. Era un dirigente de la Democracia Cristiana de Los Angeles que me invita a conversar con el senador Rafael Agustín Gumucio, así que tomé mi grabadora y fui corriendo a donde estaba el senador con un grupo de militantes. Le hice preguntas que eran muy razonables, muy al callo, porque estaba al tanto de la contingencia ya que leía siempre los diarios. ‘Le agradezco a usted porque es un excelente periodista’, me dijo al final. A las 19,30 volví corriendo a escribir la entrevista que publiqué en la primera página. Me quedé hasta muy tarde para que no faltara nada, para que todo estuviera bien".

Sus colaboraciones voluntarias tuvieron un premio. "Un día me dicen que pase a la oficina y me entregan un sobre. ‘Esto es para ti como un estímulo por toda la labor que has hecho’. Era un cheque por lo que ahora serían como 70 mil pesos. Fue un gran gesto el hacerme ese obsequio".

En 1970 debía decidir su futuro profesional. Entró a pedagogía en inglés en la Universidad Católica y, al año siguiente, de manera interna hizo el cambio a periodismo. Cada una de sus experiencias las narraba para el diario, a través de artículos que enviaba de manera regular.

Lo hizo cuando estuvo en una beca de intercambio por seis meses en California. También cuando fue seleccionado por la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) para cursar un pos grado en Estados Unidos. En ese país se radicaría por varios años, desde fines de los 70 hasta buena parte de la década siguiente, trabajando para medios escritos y haciendo clases en Texas. En los ’90 volvió con la intención de radicarse pero siguió yendo y volviendo.

A principios de 1995, se dio la opción de cumplir un sueño. Entre febrero a marzo de ese año, le pidieron que reemplazara por vacaciones al periodista Juan Díaz que oficiaba como jefe de informaciones de La Tribuna. "Fue un hito importante llegar a ese cargo después de haber empezado desde abajo, de tan chico. Tuvo un significado emocional muy grande".

En los últimos años, Juan Emilio Herrera - ya radicado de manera más definitiva en Santiago - comparte su tiempo entre realizar clases y escribir pequeños libros. El primero, llamado "Apuntes", fue publicado en 2008, y reúne una serie de aforismos que fue recopilando en el tiempo. Ya van cinco publicaciones, la última de las cuales se llama "Desde mi Tribuna, Crónicas y columnas", que fue presentado en 2022 en Santiago y Los Ángeles.

"Es un homenaje, un reflejo del lazo tan personal que tuve con el diario desde niño. Es una relación afecto muy grande, un cariño que siempre le he tenido a La Tribuna. Por eso, porque siempre la consideraba como Mi Tribuna".

Su contraportada es elocuente: "Los Ángeles era el mejor de los mundos... Y La Tribuna, el rincón de los sueños".




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