El 13 de febrero de 2015, la provincia de Biobío despidió de un hombre cuya vida y trabajo dejaron una marca indeleble en su tierra natal. Ítalo Zunino Muratori falleció trágicamente en un accidente aéreo en las cercanías del fundo San Lorenzo, hecho que le costó la vida además, al piloto de la aeronave Luis Alvarado Barrientos, y a Nicolás Fossati Vilches, presidente de la Asociación Cordillera de Criadores de Caballos Chilenos, siendo el único sobreviviente su nieto Miguel Zunino Valenzuela.
A diez años de su partida, la huella de su legado sigue siendo profunda, tanto en su familia como en su comunidad, donde pese al paso del tiempo es recordado por carácter afable, su cercanía y por ser un visionario en el desarrollo de la provincia de Biobío.
Uno de sus mayores sueños, era precisamente aportar para el desarrollo de la educación superior en nuestra provincia, lo que concretó a través de las donación, en 1994, de 4,5 hectáreas del Fundo Maquena a la Universidad de Concepción, con el fin de dejar un legado a Los Ángeles y las futuras generaciones.
Durante este tiempo, los terrenos han sido usados para investigación de docentes y prácticas de alumnos del área forestal y otras similares.
Pero eso no fue todo. Su esposa e hijos deciden sumar otras 9,1 hectáreas a la donación original, lo que permitirá construir un moderno campus abierto a la comunidad con un parque, cuya proyección es construir, en una primera instancia, el Centro de Innovación y Desarrollo.
Ítalo Zunino nació en Los Ángeles, en 1942, hijo de Armando Zunino y Elena Muratori. Sus estudios medios los realizó en el Liceo Alemán, para posteriormente dedicarse a trabajar junto a su padre. A muy temprana edad, supo que su vida estaría marcada por el trabajo duro y la dedicación a su tierra.
Se casó en 1962 con María Eugenia Besnier Diez, con quien tuvo seis hijos: María Andrea, Claudia Paz, Ítalo Armando Gabriel, Miguel Luis, María Eugenia y Daniela María.
Durante su juventud, Zunino trabajó arduamente apoyando a su padre. Años más tarde cambió de giro para dedicarse al rubro forestal, convirtiéndose en uno de los primeros exportadores de madera al exterior creando, en los años 80, Forestal Comaco y Maderas San Lorenzo.
Sin embargo, su mayor pasión siempre fue el rodeo. Zunino era dueño del criadero Agua de los Campos y Maquena, cuyos potros suelen aparecer entre los mejores del Champion de Chile.
En 1969, junto con otros dirigentes angelinos, Zunino trasladó desde Puente Alto el Club de Deportes Iberia a la ciudad de Los Ángeles. También, formó parte de la política local y nacional. En 1972 se desempeñó como alcalde de la ciudad de Los Ángeles.
Militante de la Democracia Cristiana, fue nombrado embajador en Japón durante el gobierno de Patricio Aylwin Azócar, uno de sus grandes amigos. Posteriormente, se hizo cargo de la Empresa Nacional del Carbón (Enacar) y en 1997 fue precandidato a senador por la circunscripción Bío Bío Cordillera.
El momento de su fallecimiento presidía el Consejo de Administración de Empresa Periodística Bío Bío Limitada, editora de Diario La Tribuna. A lo largo de su vida, no solo ocupó posiciones clave en distintos ámbitos, sino que siempre trabajó para mejorar la calidad de vida de su comunidad.
María Eugenia Besnier, esposa de Ítalo durante 53 años, guarda recuerdos profundos de la vida juntos. Rememora a su esposo como un hombre que nunca buscó ser reconocido, pero cuya generosidad trascendió.
"Me siento tan orgullosa de haber tenido a este hombre a mi lado, porque él hizo tantas cosas y no hay día que alguien no se me acerque para recordarlo y agradecerle cosas que él hacía de forma anónima".
Sobre los legados de su esposo, Besnier señaló que uno de sus sueños más grandes era contribuir al desarrollo de la educación superior en su provincia, razón por la cual donó terrenos a la Universidad de Concepción, "proyecto que, finalmente, está comenzando a ver la luz", valoró.
Tras 10 años, María Eugenia confidenció que como familia van a recordar a Don Italo, con una misa, junto a sus más cercanos.
Miguel Zunino, uno de los hijos de don Ítalo, recuerda a su padre con cariño y orgullo, destacando su firme compromiso con Los Ángeles y la Hacienda San Lorenzo, lugares que ocupaban un lugar especial en su corazón.
"Mi padre era un trabajador incansable con valores súper claros de respeto a las personas y a la libertad de expresión de cada una. Él creía mucho en la libertad de cada uno para desarrollarse".
Ítalo Zunino Besnier, otro de los hijos de don Ítalo, considera que su padre fue un hombre profundamente angelino, que siempre mantuvo sus raíces y autenticidad. "Mi papá fue un hombre intrínsecamente angelino. Siempre, en todo lo que hizo, puso a Los Ángeles primero. Se sintió angelino hasta el último de sus días. Esa es una de las grandes gracias".
A nivel personal, confidenció, que se extraña a quien no solo era un padre, sino un amigo y un guía. "Compartí con él en el trabajo, en la vida, sus pasiones: el rodeo, la pesca; las distintas pasiones que él tenía, y en cada una de estas cosas fue una luz a seguir. Se echa mucho de menos al hombre que estaba ahí para dar un consejo oportuno, o para criticar, mi papá era muy crítico siempre, pero con buena intención, buscaba la excelencia".
Sobre el legado como figura pública en la provincia de Biobío, y el país, señaló que "tuvimos que acostumbrarnos a compartir al papá, porque era un hombre público, interactuaba con todo el mundo. Lo hacía calladamente, él ayudaba a mucha gente, interactuaba con mucha gente y siempre lo hacía calladito. Él no contaba las cosas que hacía".
"Tuvo múltiples facetas, le tocó desempeñarse en muchas partes, entonces, fue muy público, de repente uno como familia lo quería para uno nomás. No quería compartirlo con todo el mundo, pero eso era imposible, entonces ahora que se cumple ya 10 años, mi mamá quiso hacer algo más privado, volver a secuestrarlo para la familia, hacer algo más íntimo con el grupo más cercano a la familia y recordarlo como él fue, pues un hombre simple".
Recuerdos infinitos y múltiples momentos compartidos son los que vienen la mente de Miguel Zunino Valenzuela, a diez años de la partida de su "Nono".
En entrevista con Diario La Tribuna, rememoró las enseñanzas de su abuelo, y también reflexionó sobre su manera de ver la vida, tras la tragedia aérea. "Un accidente de este tipo te cambia la vida y la forma de mirarla".
La principal conclusión es darte cuenta de la fragilidad de la vida, eso te hace vivir o tratar de vivir más en el presente, estar más conectado, porque uno nunca sabe cuándo es su último día.
Trato de aprovechar el día a día como si fuera el último, y haberlo vivido y visto, te hace sentirlo aún más así.
Los recuerdos son infinitos, tuve la gran suerte de aprovechar mucho a mi abuelo, y si bien ya han pasado diez años, te confieso que yo lo sigo recordando a diario.
Siempre sale al baile en cualquier asunto, conversación, anécdota o recuerdo, es impresionante como después de diez años sigue saliendo al baile a cada rato.
Lo recuerdo como un abuelo cariñoso, muy preocupado de su familia, llegando siempre con un consejo muy sabio, con mucha experiencia. Tenía un empuje único, nos hacía buscar soluciones a problemas que parecían de muy difícil solución, tenía una frase muy típica: "no hay peor gestión que la que no se hace".
Era una persona compartida, transversal, eso lo hacía ser muy querido, porque podía estar conversando con un presidente, o con cualquier otra persona, y lo hacía con el mismo entusiasmo y atención. Mi abuelo era un ser muy humano, sensible y sencillo, eso hace que sea recordado.
Mi abuelo era único, era muy especial, pero me gusta recordarlo con la pasión que le ponía a las cosas, siempre creando y haciendo cosas nuevas y diferentes, ayudando a la gente.
Me decía siempre que había que trabajar para mejorar la calidad de vida de las personas; dando trabajo y trabajo digno. Tengo muy buenos recuerdos y ejemplos de él, de cómo hacer las cosas.
Hay que recordar siempre que de la tierra venimos, y en tierra nos convertiremos. Hay que tratar de vivir siempre con sencillez, ayudando al prójimo, cuidando a la familia.
Me gustaría mucho replicar el hecho de tener una familia achoclonada, hoy escuché la frase de un amigo uruguayo: "Velar se debe la vida de tal suerte, que viva queda en la muerte".
Me hace mucho sentido, porque solo se muere cuando se olvida, y a mi abuelo, no lo olvidaremos nunca.
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