Recuerdo que hace algunos días, nos reíamos con un par de amigos al leer en redes sociales la siguiente frase la salud mental de este país se sostiene en base a puros memes. El psicoanálisis explica que el chiste nos hace gracia porque toca algo no dicho, un componente solapado entre las sombras, por lo tanto, no puedo evitar pensar ¿Hemos hablado lo suficiente sobre salud mental?, ¿Somos conscientes de sus efectos y consecuencias en nuestra vida diaria?
La salud mental es definida por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como un estado de bienestar, en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida y trabajar de forma productiva y fructífera, sin embargo, muchas de estas características no las vemos reflejadas en nuestra sociedad actual, sino todo lo contrario; vemos cada vez más a personas agotadas de la rutina, sobrepasadas por las responsabilidades, insatisfechas y poco realizadas en sus trabajos. Y es porque la salud mental toca cada uno de estos ámbitos e incluso se relaciona estrechamente con nuestra salud física; trastornos del sueño y digestivos, diversos tipos de alergias, migrañas, entre otras afecciones suelen empeorar dependiendo de nuestro estado de ánimo. Evite pasar rabias, malos ratos o emociones fuertes indica nuestra prescripción médica al salir de la consulta, de la cual no tenemos ninguna garantía de cumplimiento.
Al pensar en la salud mental, tampoco puedo dejar de lado el concepto de normalidad, el cual hace referencia a una construcción sociocultural que varía dependiendo de los distintos contextos y épocas, que apunta a favorecer la adaptación del individuo a las condiciones de su entorno ¿Cómo es nuestro entorno en la actualidad?, ¿Cuánto de nuestra salud mental hemos tenido que sacrificar para adaptarnos a las exigencias de nuestra sociedad? Cada vez son menos los espacios destinados al autocuidado y la recreación, y más los índices de ansiedad, depresión y suicidio.
A nivel mundial, los presupuestos fiscales destinados a salud mental son bajísimos, y en nuestro país son aún más bajos, lo cual repercute negativamente tanto en la calidad de los servicios entregados a la comunidad, como en la sobrecarga laboral que experimentan los profesionales del área. La crisis que significó la pandemia por coronavirus, puso en evidencia nuestro delicado equilibrio mental, aumentando la cantidad de diagnósticos psicológicos y psiquiátricos, los cuales afectaron especialmente a los niños, niñas y adolescentes, quienes continúan presentando diversos desajustes emocionales y conductuales luego de la vuelta a la normalidad.
Este 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, fecha instaurada por la OMS desde 1995 para concientizar sobre los problemas de la salud mental y erradicar los estigmas en torno a ellos. En este contexto, la invitación es a hablar y escuchar más sobre nuestra salud mental, a ser más empáticos tanto con nosotros mismos, como con los demás, a compartir espacios de apoyo mutuo con nuestra comunidad y por qué no, a reírnos más, porque es en el encuentro con el otro en donde podemos reflejarnos y reconocernos.
Ps. Mg. Laura Gabriela Chamorro Vásquez (*)
Coordinadora (I) del Centro de Atención Psicológica CAPS y Académica de Planta de la Carrera de Psicología de la Universidad Santo Tomás, Sede Los Ángeles
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