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Columnista

El ciudadano y el 7 de mayo

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.

 "La base de nuestros sistemas políticos es el derecho del pueblo a hacer y modificar sus Constituciones de Gobierno." George Washington.

Como se sabe, o como todos los ciudadanos- aquellas personas consideradas como miembros activos del Estado, titulares de derechos políticos que deben obligatoriamente concurrir a las urnas- debieran saberlo, el 7 de mayo se procede a la elección de los 50 representantes del Consejo Constitucional que conocerán, discutirán y se pronunciarán sobre la propuesta de una Nueva Constitución. Sin embargo, no  es posible afirmar que todos, o la mayoría de los ciudadanos están informados y tiene claridad sobre la trascendencia del proceso, menos cuando quienes deben concurrir a cumplir con su deber ciudadano, como ocurre siempre, la mayoría no conocen ni de lejos a los candidatos a los que dar su preferencia, menos cuáles son sus propuestas que  los interpreten en sus necesidades más apremiantes,  para que los represente y solo podrán dar su voto por referencia, orientación o "consejo", casi siempre interesado de terceros. Si bien sentirse ciudadano miembro de una comunidad, hacerse "visible" y considerado, no solo es una legítima y natural aspiración de igualdad social, es un derecho y un deber que la democracia y el Estado deben garantizar. Sin embargo, la orfandad de una educación cívica que permita a cada ciudadano o ciudadana estar debida y oportunamente informado es evidente. Y no solo eso, es posible también que un número no menos de ciudadanos-como las investigaciones lo han destacado- por una educación formativa deficiente y una situación socio económica precaria no esté en condiciones de comprender la información que le llega o tienen acceso, que les permita decidir libremente y por propia convicción en quien delegar su responsabilidad ciudadana. Para el ciudadano común, aquel que por razones socioculturales, educativas, incluso dependencia laboral, no está  en condiciones de ejercer su libertad de elegir y, estando obligado por ley a sufragar, suele consultar o dejarse guiar por quienes más "saben", para emitir su voto, decisión que, por supuesto,  no resulta ser la propia.

Esto ha sido siempre así y sin duda seguirá siendo igual, mientras el ejercicio de la verdadera democracia solo esté al alcance de unos pocos, mientras se mantenga lejos de los muchos, que seguirá dependiendo de los que más saben y ejercen el poder político y económico para escribir el libreto de cómo deben vivir unos y sobrevivir otros.

Las expectativas de contar, en un segundo intento, con una Nueva Constitución que represente las naturales y legítimas aspiraciones de la sociedad chilena que tiene la pretensión de ser legítimamente democrática para todos, se están viendo amagadas por el comportamiento de las distintas y encontradas posiciones que sustentan los diferentes partidos y movimientos políticos que subyacen entre quienes elaboran la propuesta de una Nueva Constitución y que condicionarán  el accionar de los convencionales que sean electos lo que, cada día que pasa, quedan más en evidencia y que no permiten pronosticar resultados que sean lo que la comunidad nacional, aún con sus diferencias, legítimamente espera: una Constitución que una a la sociedad chilena frente a objetivos comunes de Libertad, Igualdad, Fraternidad y Justicia, para lo cual se requiere de todos generosidad y abandono de posturas intransigentes que dividan a un país que tiene una sola bandera, con absoluto respeto y consideración por todas las demás banderas.

Alejandro Mege Valdebenito.

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