Opinión

Revoluciones y otras yerbas

MARIO RIOS (10),
MARIO RIOS (10) / FUENTE:

Mario Góngora, Premio Nacional de Historia, destacaba nuestra impronta política del siglo pasado. Asumió que la globalización mundial, existente desde que Europa surgió como continente sabio y conquistador, esto de las revoluciones, surgidas en el siglo 18, tendría repercusiones centenarias tanto en Europa, como todas aquellas tierras, después estados, que tuvieron su origen latino, cristiano. Europa, impulsora del arte, había creado la idea de que el centro del universo era el ser humano y no Dios como lo había expresado por tantos siglos. Ello, claro para el arte fue trascendente pero lo fue mucho más para la organización social. Los asentamientos humanos comenzaron a tener ciertas coincidencias en materia organizativa y surgió la escala social, no solo como una expresión de su existencia, sino que algo más, como una cuestión social, que, en los siglos que continuaron, se trasformaron, algunas de ellas, en revoluciones. Es decir, el ser humano, este "animal dotado de razón", como lo señalara Aristóteles, encaminó sus pasos hacia nuevas formas de unión social, proclamando nuevas estructuras, (nace la comuna), gobiernos con mayor participación del pueblo, (caen las monarquías absolutistas), surge la democracia, (no importa la dignidad que una persona quiera reclamar para sí mismo, si tal cosa, no se encuentra en el camino de la igualdad), y la evolución, forma natural del desarrollo, parecía que era posible superarla acogiendo la extrema racionalidad en todos los actos populares, (nacen los extremistas, Lenin, Hitler, Mussolini, otros, conocidos hasta el día de hoy), todos ellos, vociferando la democracia, instrumento político fundamental para la conquista del poder. Llega la revolución. El tema, es que esta nueva cuestión  política, exigía fundamentos filosóficos, también teológicos, en cuanto esto último expresa la presencia de Dios en el ser humano. Surge el debate y en él, la búsqueda de verdades lejos de la naturaleza de las cosas. La razón es todo cuanto el ser humano requiere y por tanto la fe, pasa ser una cuestión menor. Era un areópago moderno, como lo fue en Grecia, que tuvo otra denominación, parlamento, asamblea, gobierno y de ellos, estructuras, que dieron origen una Institucionalidad.

La institucionalidad fue una "molestia" para las revoluciones. Este orden surgido de reglas del juego aceptadas por la Nación, daba pautas para que la revolución pudiese manifestarse, pero dentro de la institucionalidad ya proclamada. Y aquí surge Mario Góngora.

En el siglo XX hay tres revoluciones, señala Góngora. La "Revolución en Libertad" de la DC con Frei Montalba a la cabeza, "Socialista" con la Unidad Popular como referente principal y en ella, Salvador Allende y luego, la  "Pronunciamiento, Golpe de Estado", o el nombre que se le quiera dar, pero según Góngora, revolución al fin. El mismo señala que las dos revoluciones surgidas y mantenidas dentro de la Institucionalidad fracasaron. En cambio, aquella que instala un "Régimen Militar", independiente de la opinión que podamos tener de tal gobierno, triunfó en sus objetivos, instalando, en asuntos esenciales, una nueva sociedad. En América hay dos "revoluciones" destacadas, la "Revolución Cubana", que fue referente de la izquierda chilena, y la revolución, "Régimen Militar", chilena, referente de la derecha chilena. Entre estos dos referentes políticos, se ha jugado el destino de América en los últimos 50 años. Esto lo digo yo, a la luz de la política de hoy y del mañana cercano, aún no logra acuerdo social, atrasando a Chile en sus cuestiones esenciales.

Mario Ríos Santander       

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