Opinión

Conciencia ciudadana

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ALEJANDRO-MEGE-4 / FUENTE:
 "No importa qué tan buena persona seas. Todos somos malos en la historia de alguien. Así que disfruta tu rol y al menos sé un villano memorable." 

Nicolás Maquiavelo. 1469-1527

Tomar conciencia que para vivir en una sociedad, que tiene sus propias reglas y normas, escritas o no, y que son aceptadas por la mayoría y cuyo cumplimiento permite una convivencia en armonía y en paz, requiere no solo de su conocimiento,  sino que su comprensión y aceptación, aunque no siempre se compartan, por parte de todos quienes vivimos en ella, ya sea de forma permanente o transitoria, asumiendo cada uno de nosotros los deberes y derechos que la vida en común necesita como garantía de relaciones sanas y de igualdad como seres humanos, más allá de la posición económica, política o cultural que se haya alcanzado. La socialización de las normas que rigen una comunidad corresponde inicialmente a la familia y luego, en un continuo permanente y en concordancia con ésta a las instituciones educacionales y organismos públicos y privados, así como a los medios de comunicación, a los partidos políticos y a las iglesias; actividad orientadora y formadora  que no siempre se asume, siendo la adquisición y practica de una conciencia ciudadana positiva la que cada día está más relajada, deteriorada o inexistente en todos los niveles y actividades sociales y el rompimiento de las normas mínimas de convivencia civilizada y de las leyes, se está transformando peligrosamente en una actitud generalizada y, lo que es más grave, está siendo aceptada como un hecho habitual, incluso normal; más aún, cuando algunos se creen en la libertad, incluso en el derecho de romperlas, por ser o creer ser lo que son, ya sea por la ideología o la creencia que defienden, que consideran de una verdad irrefutable, de modo que la vulneración de la norma o de la ley no tiene el mismo significado, el alcance ni el reproche o la sanción que se merecen  que sea igual para todos. La segmentación social, el individualismo y la discriminación que sufre la sociedad atenta contra la formación de una conciencia ciudadana colectiva y la práctica de romper las normas, con razones o sin ellas, se generaliza y muchos de nosotros no hacemos nada por corregirlas ya sea por indiferencia, comodidad, anomia, incluso por temor a involucrarse y a una eventual y desafortunada consecuencia. "La sociedad humana- decía el cantautor, poeta y filósofo Facundo Cabral. 1937-2011  - está tan mal tanto por las fechorías de los malos, como por el silencio cómplice de los buenos".

Frente a éste panorama, en una sociedad o modernidad líquida (Bauman) que se acomoda al recipiente sociopolítico e ideológico que la contiene, las preguntas que las persona se hacen: ¿Por qué hacer bien las cosas y cumplir con las normas y las leyes si tantos no lo hacen y sin mayores o ninguna consecuencia? ¿Por qué no conducir y cruzar las calles estando el semáforo con luz roja si tantos lo hacen? o ocupar la fila en supermercados, bancos u otros lugares en  el espacio destinado a personas embarazadas o de tercera edad, puesto que hay tantos que lo hacen sin ninguna consideración ni respeto; ¿Por qué ser honestos cuando no pocos  líderes políticos o autoridades de distintos niveles son deshonestos y sin otras consecuencias que no sean pagando sus faltas dictando clases de ética? ¿Por qué debo respetar los derechos de otros, si no son respetados los míos?

Los valores humanos, tanto éticos como  morales, han sido siempre necesarias para evolucionar y sobrevivir como especie humana. La práctica del respeto por el otro, la solidaridad,  la justicia, el orden y la responsabilidad son buenos porque permiten la convivencia entre personas que piensan distinto pero que se entienden y se consideran igualmente seres humanos, acciones todas que conducen a la formación de la conciencia ciudadana, que hoy es más necesaria que nunca.

 Alejandro Mege Valdebenito.

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