Opinión

Consideraciones para adultos respecto al suicidio adolescente

Académico de planta carrera Psicología
UST Los Ángeles

Nicolaìs-Alonso-Orrego-Caìrcamo,
Nicolaìs-Alonso-Orrego-Caìrcamo / FUENTE:

Cada 40 segundos, una persona se quita la vida en algún lugar del mundo. Cada 10 de septiembre, se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio y en ese marco es esencial que pongamos un foco especial en los adolescentes, donde el suicidio se posiciona como la segunda causa principal de muerte en todo el mundo y Chile está dentro de los países con peor salud mental en infancia.

Los y las adolescentes enfrentan múltiples desafíos biológicos, emocionales, relacionales, sociales y culturales, en una etapa en que frecuentemente se les pide ser "adultos" para algunas cosas, pero no se les permite dejar de ser "niños" para otras. Esta ambivalencia puede generar en ellos sensación de soledad y de poco entendimiento por parte del resto. Lo que sucede en la adolescencia se vive de manera intensa y totalitaria, es una etapa confusa de exploración y desafío donde el adolescente se embarca en el proceso de definir quién es, lo que pudiese generar fuertes sentimientos de estrés, ansiedad y miedo.

 Respecto a esto, cualquier cambio de conducta significativo y observable debiese generar interés en la red de apoyo de un adolescente, si a esto se suman problemáticas de salud mental, problemáticas familiares, aislamiento social, dificultades académicas, consumo problemático de alcohol y drogas y conductas auto-lesivas, el riesgo incrementa considerablemente.

Como vemos una variedad importante de factores podrían estar influyendo y coaccionando para que la idea de muerte se aparezca como posible solución a la dolencia de un adolescente, por lo que la tarea de prevenir el alza en las tasas de suicidio no es sencilla.

 Primero, las familias deben tener la suficiente flexibilidad para adecuarse a los cambios estructurales que provoca un adolescente, deben modificar su forma de funcionar y de relacionarse con su, hasta entonces niña o niño y permitir la diferenciación e individuación de este, mientras que revisan o reviven sus propias historias y temores en torno a la infancia, la adolescencia y la crianza.

En este sentido, el desafío está en aproximarnos a esta situación sin estigmas ni reproches, más importante aún, es dejar de lado sesgos adultocentristas que quitan de validez toda experiencia dolorosa que se vive en la adolescencia bajo la idea de que "no son problemas reales".

Las madres, padres y/o cuidadores deben mantener líneas de comunicación abiertas con sus adolescentes, escuchándolos sin juzgar, tomando en serio sus preocupaciones, y acudiendo a espacios de salud mental pensando en cómo involucrarse y aportar en el proceso más que identificar al adolescente como "problemático/a" y desligarse de la situación.

Por otro lado, debemos entender que el suicidio no es un acto de debilidad ni egoísmo. Es una manera de enfrentar una problemática de la cual no se observa otra solución que no sea la muerte, en este punto, el conversar de la temática podría poner en perspectiva y hacer aparecer posibles soluciones no vistas.

Si algo es cierto, es que la adolescencia, como dice su nombre, adolece, y debemos acompañar ese proceso de la manera más amorosa posible. El prevenir la conducta suicida es un desafío colectivo y la única manera de empezar a hacerlo es abriendo este debate sin tapujos ni prejuicios y somos nosotros, adultos, quienes debemos construir esa vía de comunicación. El tema del suicidio, como muchos otros, no es un tema que podemos esconder bajo la alfombra pensando que, si no se conversa, no existe. Por el contrario, ese es nuestro desafío, debemos empezar a hablar de la muerte, para sostener la vida.

Mg. Ps. Nicolás Alonso Orrego Cárcamo

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