Regístrate Regístrate en nuestro newsletter
Radio San Cristobal 97.5 FM San Cristobal
Diario Papel digital
La Tribuna
Columnista

Autoflagelantes y autocomplacientes

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.

"El lograr tu felicidad es el único propósito moral de tu vida; es esa felicidad, no el dolor ni la autocomplacencia sin sentido, lo que demuestra tu integridad moral, ya que comprueba la lealtad de tus valores alcanzados." Ayn Rand. Escritor

No solo en la vida política criolla, como ocurrió en la década de los 90, aparecen con frecuencia en las coaliciones partidarias los conceptos de autoflagelantes y autocomplacientes,  hecho que ocurre también en el ámbito social, tanto en los individuos como seres aislados, así como en las organizaciones de distinto signo que pueblan  la sociedad cuando en algunos de sus miembros, sino todos, los considerados  autoflagelantes, aquellos que, con honestidad, se critican a sí mismos por no haber hecho ni logrado determinadas metas u objetivos que se esperan de su participación en la vida interna y ciudadana de acuerdo a los objetivos y  declaración de principios de la vida privada y pública que sustentan o que declara la organización de la que forman parte  como justificación de su existencia. La autoflagelación, en este caso, que podríamos denominar psicológica, es un llamado de atención a sí mismos, una especie de autocastigo que, no siendo físico, puede llegar a sentirse como tal, frente a las descalificaciones y desencuentros entre quienes comparten iguales principios e ideales y que reconocen cuan necesaria es la necesidad del diálogo no solo franco, también fraterno, para superar las diferencias y evitar así que el objetivo común que comparten se desdibuje  o distorsione, lo que es, a lo menos, un acto de reconocimiento de que lo actuado pudiendo haber sido mejor y que por anomia no  fue más integrador y constructivo. La autoflagelación constituye una autocrítica realista que es necesaria para no extraviar el rumbo, mantener la unidad y alcanzar el objetivo fijado. El autoflagelante, con altura moral, se hace cargo de su propia historia y de la que sostiene la organización a la que pertenece para ser leal y consecuente con su origen, su vida y su destino. A su vez, los que critican o reniegan de quienes consideran autoflagelantes, por reconocer éstos sus inconsecuencias o sus errores  son los autocomplacientes, aquellos conformistas con todo, absolutamente convencidos que todo lo han hecho bien, que aquel que "nada hace, nada teme" y que se sienten cómodos en su zona de confort y aun cuando teniendo conciencia de que existen hechos negativos o reprobables y pudiendo intervenir no se involucran, manteniéndose al margen de cualquier riesgo que signifique pronunciarse o tomar partido para no comprometerse y perder una frágil e inconsistente amistad, como lo es entre algunos de quienes participan de la vida política o sin principios sólidos . La autocomplacencia es conformismo, es comodidad aún para reflexionar, un freno al crecimiento y al desarrollo, que no tiene metas por las cual jugarse. El autocomplaciente es una "persona a merced del viento, sin voluntad ni aspiración  de control de su entorno" para participar y hacer su aporte constructivo, todo lo contrario de quien es autocrítico y autoflagelante si es necesario para hacer lo que se debe. Se afirma que el lado oscuro de la autocomplacencia nos conduce a desentendernos de nuestras responsabilidades, convencidos que son otros los responsables de nuestros errores y frustraciones; afecta la autoestima, con la tendencia a alabarse a sí mismo, a ufanarse por cada pequeño logro al mismo tiempo que, sin rubor alguno, pasan por alto los verdaderos objetivos que tiene la vida en una sociedad regida por principios y valores que le dan al ser humano su altura y dignidad. Son indulgentes consigo mismo y perdonan sin más las transgresiones a la ética y la moral, sin reflexionar sobre las consecuencias de su postura ajena a la realidad que se niegan a reconocer y siempre encuentran excusas para no hacerlo.

En un mundo y una sociedad tan disgregada e individualista, con personas indiferentes con lo que le sucede al otro y poco solidarias, más que los autocomplacientes, que se engañan a sí mismo, hacen más falta los autoflagelantes aquellos que, aun corriendo riesgos de ser tergiversados, son realistas  y muestran la verdad sin sesgos ni eufemismos.

Alejandro Mege Valdebenito

Síguenos: Google News
banner redes
banner redes banner redes banner redes banner redes banner redes

¿Quieres contactarnos? Escríbenos a [email protected]

Contáctanos
EN VIVO

Más visto