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Columnista

Democracia y educación, sin tiempo para leer

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.

"No importa lo ocupado que puedas pensar que estás, debes encontrar tiempo para leer o entregarte a la ignorancia autoelegida" Confucio.

Podríamos aventurar, con la información a nuestro alcance, que en la participación electoral de la última elección de autoridades locales y regionales, como ha ocurrido en oportunidades anteriores, en ésta ocasión con voto obligatorio, de las 15.450.377 personas  habilitadas y obligadas para hacerlo, asistieron 13.113.264  de ellas y se emitieron 10.785.424 votos válidos, 1.350.306 votos nulos y 977.534 votos  en blanco, que no marcaron preferencia (según radio Concierto), siendo de manera particular el desarrollo  de las habilidades lectoras de las personas, como ha sido parte de nuestra tradición cívica en esta materia, la que tuvo algún nivel de influencia para que el resultado del proceso eleccionario reiterara esa tendencia.  Sobre el hábito de la lectura en nuestro país, un estudio de la Fundación Crecer con Todos muestra que solo el 2 % de la población entiende lo que lee y el resultado del Estudio de Comportamiento Lector impulsado por el Consejo de la Cultura, a través del Plan de Fomento a la Lectura Chile Lee (aplicado a una muestra de la población de entre 9 y 15 años) indica que el 84% de los chilenos no demuestra una comprensión adecuada de textos largos y complejos si el contenido no les resulta familiar. A las cifras anteriores se suman los más de 500 mil chilenos mayores de 15 años que no saben leer ni escribir y para cualquier ciudadano que no cuenta con las habilidades lectoras necesarias se le dificulta conocer, comprender y describir objetivamente la circunstancia en que  vive ni comunicarse adecuadamente con su entorno ni menos participar de él, razón por lo cual no le es posible ejercer la democracia plena ni asumir activa, responsable y consciente el rol ciudadano que a cada uno compete y obliga, de modo que sus decisiones, más cuando está obligado a hacerlo, como es el caso del proceso de elección de autoridades, se guíe solo por la opinión de terceros.

Las ventajas de la lectura - y de la escritura sin duda- son múltiples: es uno de los mejores hábitos, como lo demuestran diferentes investigaciones, para la adquisición de conocimientos; ejercita nuestro cerebro, despierta las vías neuronales y activa la memoria, nos hace recordar, conocer y aprender. Libera nuestras emociones, desarrolla el lenguaje, estimula la imaginación, ayuda a la comprensión, mejora la gramática, el vocabulario y la escritura, favorece la concentración, entre otras cosas. Los jóvenes que leen con regularidad tienden a desarrollar una mayor empatía y habilidades de resolución de problemas. Según un estudio de la Universidad de Sussex, Inglaterra, la lectura resulta más efectiva para reducir el estrés que caminar, escuchar música o hacer una pausa para tomarse un café.

Así, la lectura resulta ser el más importante de los hábitos sociales que permiten ser parte activa, consciente y responsablemente libre para tomar decisiones de una vida en democracia y mantener una convivencia más tolerante, respetuosa, honesta, solidaria y constructiva con otros, más cuando la inmediatez y la urgencia que requieren atender los problemas de los tiempos que se viven resultan ser los peores enemigos de la lectura. El uso de los medios tecnológicos de comunicación, de información y de entretención sin bien  reduce las distancias, desplazan el hábito no solo de la lectura, también han distanciado  las relaciones interpersonales, aun estando físicamente juntos. Los padres que no tienen tiempo para leer y menos para enseñar a leer a sus hijos menores resuelven la situación  proveyéndoles  de un celular como un juguete para que se entretengan y los liberen de esa responsabilidad.

Sin duda, las demandas  que tienen los padres para resolver los problemas del diario vivir les quita tiempo para fomentar en sus hijos el  necesario hábito de la lectura por lo que esperan que lo haga la escuela,  y los profesores, a su vez, intentando con poco éxito  "pasar" todo el recargado programa escolar, junto con las tareas  que impone  la burocracia administrativa en un ambiente que no siempre resulta grato ni motivante, incluso conflictivo,  tampoco pueden hacer mucho, panorama que afecta la formación de deseables hábitos sociales que son hoy más necesarios que nunca. De ahí que quienes gobiernan, más que pensar en sus propias carreras políticas, deben asumir que fueron electos, aún en una democracia imperfecta, con el mandato de dar educación de verdad a quienes tienen menos posibilidades de recibirla para que así no se equivoquen si tienen que elegirlos de nuevo. Que la lectura los ilumine.

Alejandro Mege Valdebenito

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