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Columnista

¿Incierto futuro de las librerías?

Zenón “Cheno” Jorquera

por Zenón “Cheno” Jorquera

Si el título de esta columna le llamó la atención, se ha cumplido el primer objetivo. El segundo es, por cierto,  su lectura completa.

Un crónica de El Mercurio (domingo 22.12.24. en Economía y Negocios B2) titulado "El difícil momento que viven las librerías" me provocó interés, luego preocupación y finalmente pesar. Se refería principalmente a las de Viña del Mar y Valparaíso, pero también pueden correr igual suerte las librerías de barrio y otras de provincias o ciudades. Sería muy lamentable. Las causas pueden ser muchas. 

La inquietud surgió de una carta enviada por la dueña de una librería relatando su temor al cierre de su local porque "los arriendos caros, IVA alto, márgenes estrechos y una competencia cada vez más desigual con las plataformas on line y los libreros piratas, hacen que esta actividad se vuelva inviable y que los libreros debamos buscar otras fuentes de ingreso", expresó. 

El temor del cierre está latente. No es algo nuevo. En Los Ángeles, la Feria Chilena del Libro tuvo en el mall una sucursal que hace un par de años debió cerrar. Era uno de los veinte locales que tenía en diferentes ciudades, de los cuales ahora solo mantiene seis, tres en Santiago. Pero igual existen varios libreros (personas que tienen por oficio vender libros) que han persistido en esta "locura", han  resistido  y eso es positivo. La perseverancia de los propietarios de librerías es una virtud digna de alabar y agradecer. Su pasión por la cultura es más fuerte.

En Los Ángeles, además de las librerías establecidas, con tiendas en el centro urbano, está la bibliomóvil que se instala en San Martín esquina Baquedano, en plaza Pinto, cuyo fuerte son algunas "joyitas" literarias, libros antiguos y también novedades.

Las opiniones en el mismo matutino -desde la publicación de aquella carta- han sido muchas y algunas similares, buscando no solo el motivo -que está detallado en su misiva- sino alguna fórmula para revertir la situación. Ideas hay varias, algunas casi majaderas (como las relacionadas con el IVA), otros juicios tristemente negativos, pesimistas o poco esperanzadores. Uno en especial: "cualquier proyecto destinado a entusiasmar y motivar a la población a leer libros (o incluso a leer esta carta) es tiempo perdido", opinó el profesor y crítico de arte chileno Milan Ivelic. No creo que haya muchos que concuerden con él. Por el contrario, hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que haya más librerías y que las personas compren libros y los lean. Comprar libros es un goce, un placer, como el tango aquel "genial, sensual". Gastar dinero en los libros es una inversión que rinde buen interés, sentenció Benjamin Franklin.            

¡Qué gran invento fue el libro! Pero no para ser un adorno, sino para ser leído. Los libros son indispensables en la formación y desarrollo de las personas; permiten pensar, imaginar, soñar, descubrir, "viajar" y, a la vez, conocer sobre el mundo que nos rodea, aprender de todo; leer fortalece el acervo, mejora el vocabulario y la ortografía... Leer es conocer, comprender y tolerar, opina la escritora y periodista mexicana Mónica Lavín. Incentivar la lectura en niñas, niños y adolescentes, es fundamental para convertir en un (magnífico) hábito, que lean (libros, revistas, diarios), porque leen, claro, cualquier cosa en el celular; no creo que libros, pero esa lectura nunca será igual que la del libro impreso.

En defensa de los libreros está la sugerencia y la solicitud de que el Gobierno impulse el proyecto de ley de precio único para que las editoriales y otros distribuidores vendan a los mismos precios, tanto al retail como a las pequeñas librerías, agrega la propietaria. Anexa la información de que esto existe en el Reino Unido, Alemania, Italia, España, Dinamarca y Argentina, donde al libro se le considera un bien cultural, por tanto se le protege frente a las imperfecciones del mercado. Quizás la ley de precio único podría favorecer a todo pequeño empresario, no solo a los libreros. Como en todo, debe existir la voluntad de hacerlo, voluntad que tiene como fin el beneficio público, explicó Rousseau. En este caso, la voluntad política.

Seguramente el actual gobierno, que declaró las políticas culturales como una prioridad, debe estar analizando esta problemática y buscando una solución, porque "una ciudad sin librerías no es ciudad" (Neil Gaiman).

Zenón "Cheno" Jorquera

Concejal de Los Ángeles

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