Todos concordamos que la seguridad es una de las preocupaciones de la ciudadanía en general. Queremos vivir en paz y tranquilidad, pero desgraciadamente no es tan así. De allí que hay situaciones o temas (se usa y abusa mucho ahora de la palabra "tema") que de por sí son sensibles y provocan un debate intenso; debate que debe ser profundo, exhaustivo, completo. Esto debido a que diariamente nos impactan y perturban sucesos abominables como el asesinato del matrimonio del agricultor y corralero y su esposa profesora en Graneros, por ejemplo.
La pena de muerte es una de aquellas.
Y en año de elecciones renacen (por los más diversos motivos), algunas ideas como esa, justamente, porque nos chocan e impresionan notablemente tales acontecimientos y porque -podemos sospechar- puede conseguir réditos. La pena de muerte -para algunos- resulta una medida acertada, para otros la idea es un guiño a ciertos electores, y tal vez para muchos es necesaria.
¿Es lo más apropiado para "terminar" con los delitos de mayor connotación? Convengamos que el castigo debe ser ejemplarizador en estos casos. Quienes propician la pena de muerte piensan que con ella se impedirá que se cometan actos de violencia extrema. Precisamente eso es lo que hay que propiciar, impedir que el delincuente (y no usemos eufemismos como "el antisocial" o "los sujetos", por ejemplo, muy propio en los medios) no repita su delito.
Nadie lo puede precisar.
El presidio perpetuo puede ser un castigo más severo considerando que la violencia no se termina con más violencia. Y la pena de muerte es un acto violento, también; mientras que el presidio perpetuo efectivo puede ser la sanción más dura por aplicar a un delincuente, dependiendo de la gravedad del delito. Quizás, para evitar ilícitos, fechorías o crímenes tan graves como los acontecidos en el último tiempo, la pena de muerte no sea un buen remedio, mientras que un confinamiento pleno pudiera ser una posible solución, un encarcelamiento total, alejado de su entorno habitual y de la sociedad. Esto es presidio perpetuo real, para siempre. Aunque no se puede aventurar su certeza y efectividad ya que la naturaleza humana nos hace impredecibles, considerando las dos vertientes que señalaba Hobbes, una perteneciente a la parte animal y otra a la parte racional. Depende cuál influya más en el desarrollo de la persona.
Que las leyes sean más duras y que sirvan de ejemplo. Tal vez pueda ser un motivo para que quienes delinquen, mediten antes de realizar actos delictuales. Que sepan los que les puede pasar, cuáles serán las consecuencias.
En la Biblia aparece la frase "Dios da la vida y la quita" (1 Samuel 2:6 y Deuteronomio 32:39). No es el hombre quien tiene ese derecho. Por muy cruel que sea el delito, los jueces deben determinar el castigo que merece el imputado o responsable, el individuo que delinque, de acuerdo con las leyes en vigencia, medida que debe hacerse efectiva.
Resulta totalmente inconveniente reponer la pena de muerte (por algo fue abolida en nuestro país, en 2001 por Ley N.º 19.734, durante el gobierno del Presidente Ricardo Lagos Escobar, que modificó diversas leyes y normativas, reemplazando la pena capital con la de presidio perpetuo calificado). Es inefectiva su aplicación si con ello se pretende disuadir en la posible comisión de crímenes u otros delitos. Se cuenta que antiguamente la pena por delitos de robo era la ejecución del ladrón en la plaza pública. La muchedumbre asistía al "espectáculo", ocasión en que los asistentes aprovechaban de cometer... el mismo delito.
El nivel de delincuencia que está experimentando nuestro país es intolerable. Urge tomar decisiones que sean drásticas, respetando los derechos de las personas, pero siempre buscando el bien común. Es de interés general para la comunidad en su totalidad.
Zenón "Cheno" Jorquera
Concejal de Los Ángeles