"Ninguna sociedad puede funcionar si sus miembros no mantienen una actitud ética. Ningún país puede salir de las crisis que se le presentan si las actitudes antiéticas de sus ciudadanos y políticos proliferan con total impunidad".
Adela Cortina, filósofa española
Cuando escuchamos las noticias, o las vemos en televisión o las leemos, que es lo menos frecuente por lo poco que se lee hoy (puede haber tiempo para cualquier actividad o "carrete" de amigos, pero no hay tiempo para leer, menos para reflexionar en lo que se lee) frente a la reiterada ocurrencia de actos ilícitos e inmorales que atentan contra la honra, el patrimonio, incluso la vida de las personas, que los medios de comunicación resaltan en sus noticias: asaltos, robos, violaciones, tráfico de influencias, con funcionarios públicos corruptos que se sirven de lo público para su provecho personal, nos preguntamos, ¿Cómo es posible que ocurra con tanta frecuencia esto y aquello?, y agregamos como un "aporte" nuestro: ¿Qué hace el gobierno y las autoridades al respecto?, ¿Dónde está la policía?, y nunca, o casi nunca nos interrogamos a nosotros mismos: ¿Qué hacemos?, o ¿Qué hago yo para contribuir en algo en la solución de la situación social que nos agobia, nos degrada y nos atemoriza? No hay nada que hacer, hay que aguantar, esto ocurre en todas partes, me dice un amigo. La corruptela está generalizada y va a seguir siendo así, sean quienes sean los que nos gobiernen.
La verdad es que me niego aceptar que las cosas no se puedan cambiar y tratamos de averiguar con la ayuda de la psicología y la filosofía - de manera muy elemental, por cierto- porqué los seres humanos actuamos de una u otra manera para tener un acercamiento comprensible del significado lo que es el "ser" y el "llegar a ser", es decir, lo que somos y cómo podemos llegar a ser mejor de lo que ciertamente somos. Así, se define el "ser" como el individuo que tiene consciencia de sí y que va aprendiendo a través de sus experiencias el conjunto de reglas que deben seguir las personas de una comunidad para tener una mejor convivencia y el "deber ser" se ocupa del sentido de la vida, la conducta y los actos humanos; es el conjunto de normas que orientan la conducta de las personas. La diferencia entre el "ser" y el "deber ser" se encuentra en los valores éticos y morales que tengan los individuos en una sociedad y sólo quienes conozcan y tengan claridad cuáles son esos valores serán capaces de actuar y llevar su vida de acuerdo con ellos; es lo que se ha dado en llamar el "deber ser". A su vez, las personas que no hayan alcanzado una fuerte formación en valores éticos y morales primará en ellos el "ser", el individualismo, el obtener el progreso y bienestar personal a cualquier precio por sobre el bien común.
El "deber ser" es algo que se espera que uno haga no solo por obligación legal, también, y especialmente, por deber moral, cumpliendo las normas, escritas o no, de acuerdo a las cuales todos los miembros de una sociedad deben actuar haciendo su aporte al bien común. Más, la pregunta es: ¿Cuál es la fuente de dónde conocerán, aprenderán e incorporarán en su actuar las nuevas generaciones -y las no tanto- las reglas que modelan su conducta personal y social?, ¿Tal vez de sus emociones, de su razón, de su sola voluntad o del acuerdo consensuado con los demás? La psicología explica que las personas no son buenas ni malas en sí mismas, sino que procesan sus experiencias de manera diferente usando la razón y la inteligencia, su personalidad, sus experiencias y el contexto social y cultural en el que le ha tocado vivir. La conducta de una persona la determina el entorno en el que se desenvuelve, la manera de interrelacionarse con el medio físico y social. Recuerdo cuando hace muchos años, una compañera de estudios, ante una actitud mía, que reconozco desafortunada, me dijo: ¡Oye, por qué eres así! Aprendí entonces que no somos lo que creemos ser ante los demás, sino que somos aquello que los otros ven en nosotros, en nuestras relaciones y comportamientos, que es lo que la educación en todas sus expresiones, ya sea formal o informal, familiar o institucional, pública o privada tienen como finalidad, lograr que los seres humanos pasemos del "ser" individual al "deber ser" social, para lo cual, más que el discurso autocomplaciente por lo que creemos que hacemos bien, debemos asumir que nuestra educación necesita atención real y acciones concretas para rescatar el ético y moral "deber ser" que nuestra sociedad por no haberlo alcanzado, lamenta las consecuencias.
Alejandro Mege Valdebenito
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