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Columnista

Naturaleza sagrada

Mario Benavente Charlín

Ingeniero de Ejec. Forestal

por Mario Benavente Charlín

Existe una carta del jefe Seattle, líder de una de las tribus de los pueblos indígenas del norte del continente americano, los "piel roja", en la que, como respuesta a la propuesta realizada por el presidente de los Estados Unidos de la época, Franklin Pierce (1854), expresa su rechazo a la oferta de compra de las tierras del pueblo nativo, tierras que hoy en día, forman parte del estado de Washington. En su respuesta, el "SALVAJE", a los ojos de los norteamericanos de antaño, es posible vislumbrar un profundo mensaje ecológico y de sincero amor a la naturaleza, cosa que, pese a toda la evolución que hemos logrado obtener como sociedad, aun parece ser algo "lejano" a la idiosincrasia del mundo. La carta es un documento bastante más largo y completo, lo que aquí se muestra es solo un resumen.

"Para mi pueblo señor presidente, la tierra no es solo un pedazo de suelo que se puede poseer o vender, cada árbol, cada rio y cada criatura que camina sobre la tierra, son nuestros hermanos.

La hierba que se mece con el viento, el murmullo del agua en los arroyos, el canto del búho en la noche, el galope del búfalo sobre la pradera todo ello, forma parte del alma de nuestro pueblo. La tierra no le pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra, si los ríos se secan, si los animales desaparecen y si los árboles son talados sin respeto o quemados por maldad, ¿que quedará para nuestros hijos?

Trata a la naturaleza con el mismo respeto con el que tratarías a tu madre".

La incansable desconexión, individualismo, egoísmo, maldad e indiferencia es transversal en el mundo, nuestro Chile lastimosamente no es la excepción a la regla, así lo han evidenciado los innumerables incendios intencionados a lo largo del país, donde al parecer, no existe consciencia o mayor detenimiento a las consecuencias que se desencadenan de estos, como la contaminación, muerte de animales y personas, depredación de fauna, quemas intencionales de grandes extensiones de plantaciones forestales, destrucción de hogares, colegios, etc.

 valores y principios se encuentran al descenso, el interés por el "bien común", la nación o las futuras generaciones, pareciera que poco importan.

Espero con esta humilde columna, más de una persona se sensibilice y todos tendamos al pensamiento del gran jefe Seattle, empaparnos por amor a la tierra de la cual venimos y a la cual vamos.

Mario Benavente Charlín

Ingeniero de Ejec. Forestal

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