"Está bien - retrucaba un bancario - usted tiene todo el derecho de hacer público el robo de dinero en sus cuentas corrientes, pero no diga que es un "robo en los bancos", porque eso no es así. El banco no le ha robado. Son los estafadores, hombres pillos que conocen los procesos computacionales y logran introducirse en las cuentas corrientes". Lo miré con rostro compasivo y le respondí. "El tema es que yo deposito algún dinero en el banco, en este caso, digámoslo, en el BancoEstado, conforme lo dispone el contrato que firmé al iniciar mis operaciones en ese banco. Los dineros míos y de otros, miles y miles de cuenta corrientistas, suman un capital financiero que le permite al banco ser parte trascendente del mercado bancario de nuestro país. De pronto, el 31 de marzo pasado, examino mi cartola, y me doy cuenta de que hay seis giros, cancelados por el banco, con dinero que yo deposité. Concurro al banco y se hacen las gestiones correspondientes. Me dicen que debo ir a Carabineros para que, a través de ellos se informe la fiscalía. Voy a carabineros. Me comentan, a modo de "copucha", que el BancoEstado es lejos al que más le roban, esta denuncia es permanente. Luego vuelvo al banco, nueva cola eterna, bloquean la cuenta corriente y la tarjeta de débito, instalamos nueva clave. Al día siguiente, 1 de abril, vuelvo a examinar mi cartola, ya con cambios de clave y nuevamente el banco ha cancelado otras platas mías. Nuevamente, banco, carabineros, cambio de tarjeta, nueva clave. Comienzo a no creerle al banco. Retiro mis platas y se depositan en otro banco, otro dueño, todo nuevo. Y vuelven aparecer ahora en mi correo electrónico, una suerte de "denuncia del banco en mi contra", porque han llegado "cobros comprometidos por Ud y no se han pagado por falta de dineros en su cuenta". Voy al banco nuevamente, comunico tal hecho. No hay mucho ánimo de colaborar en la solución de este problema. Le cuento a un funcionario que retiré todo el dinero, lo encuentra buena idea. Al día siguiente, debo hacer un pago menor, lo hago con la tarjeta de Cuentarut, se cancela, pero viene acompañado de otro valor desconocido por tres veces el pago anterior. Todo esto con clave nueva, bloqueos y cuanto se le ocurra hacer a quien, teóricamente debe resguardar este patrimonio. En suma, un desastre. Este último robo, no lo he ido a denunciar todavía al banco. Me ha faltado tiempo y paciencia, y por cierto ánimo, ya que entiendo, que no tendré ninguna respuesta". Mi amigo, ante tan extensa declaración y observando el desánimo que tengo, responde sorprendido por el hecho de haber una seguidilla de robos en mi cuenta, incluso habiéndose instalado claves nuevas y bloqueos correspondientes. "En realidad, el Banco tiene responsabilidad", sentencia agobiada.
¿Qué hacer? No se. Me falta ir por tercera vez a hacer la cola eterna. Ver rostros ajenos y aburridos mientras se avanza con una lentitud que exaspera. Llegar a una especie de acuario y conversar con él o la funcionaria, generalmente muy buena persona, agachado, (al "acuario" le dejaron un espacio algo abierto, en la base, abajo...) o la funcionaria levantándose a medias para hablar y oír, detrás de uno, decenas de usuarios aburridos, todos "amontonados". Pero armarse de paciencia para enfrentarlo de nuevo. Un funcionario me dijo: "Llegan más robos a carabineros porque tenemos el 70% o más de las cuentas corrientes u otras". Lo miré y preferí callar. Con ese motivo, tan particular, tenían más derecho a que les robaran. Más me complicó la vida.
Mario Ríos Santander
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