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Cada 24 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Tiroides, una enfermedad que afecta a un órgano clave para la regulación del metabolismo, el crecimiento celular y la producción de energía. Si bien es bastante común que en la tiroides aparezcan nódulos, la probabilidad de que sean cancerígenos es significativamente baja.
De acuerdo con las proyecciones del Observatorio Global del Cáncer (Globocan), el año 2022 en Chile se diagnosticaron alrededor de mil 100 nuevos casos de cáncer de tiroides.
Este número podría ser mucho más alto, ya que no se cuenta con registros de incidencia reales a nivel nacional. Asimismo, según cifras del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud, en 2023 fallecieron 208 personas a consecuencia esta enfermedad.
Generalmente, el cáncer de tiroides es posible detectarlo a partir del hallazgo incidental de un nódulo, ya que la enfermedad no suele presentar síntomas en un comienzo.
Estos últimos, eso sí, pueden aparecer en etapas más tardías, siendo los síntomas más comunes la dificultad para tragar y las alteraciones en la voz, como la disfonía.
Dentro de los exámenes que se utilizan para su diagnóstico se encuentran los análisis de sangre, estudios de imágenes (ecografía, tomografía y PET CT), biopsias y examen de cuerdas vocales.
Existen diversos factores de riesgo asociados al cáncer de Tiroides. Entre ellos, se encuentra la exposición a radiación ionizante (radioterapia en cabeza y cuello); contar con familiares directos que tengan o hayan tenido esta enfermedad; y el género. Se estima que 8 de cada 10 casos diagnosticados al año en Chile corresponden a mujeres.
La tiroiditis crónica de Hashimoto, causa común de hipotiroidismo, podría incrementar también el riesgo de presentar esta patología debido a la inflamación que provoca en la glándula tiroidea.
La piedra angular del tratamiento del cáncer tiroideo es la cirugía (tiroidectomía); ésta consiste en extirpar parte, la mitad o la totalidad de la glándula dependiendo del tipo de cáncer, el tamaño y el pronóstico de éste.
La quimioterapia no se utiliza con frecuencia para tratar esta enfermedad y, en casos determinados, se usan terapias dirigidas que atacan de manera precisa a las células cancerígenas, como la terapia de radioyodo.
En el caso de los tumores de menos de un centímetro, funcionan de manera distinta ya que no todos los pacientes necesitan tratamiento.
En este contexto, si el cáncer tiene un bajo riesgo de crecer o propagarse, los pacientes podrían quedar en vigilancia activa; es decir, un seguimiento en que se controlan periódicamente con distintos tipos de exámenes para ir observando su lesión y detectar cualquier avance a tiempo.
Como es una patología que conlleva un riesgo de recurrencia, el paciente que ha tenido cáncer de tiroides debe controlarse siempre.
"Prácticamente, nunca los damos de alta porque hemos visto recurrencia en pacientes 10 o 20 años después de que se trataron", agregó Lavín.
El cáncer de tiroides más común es el papilar y, en este caso puntual, la sobrevida es alta.
Al respecto, "el 98% de las personas con este tipo de cáncer sigue con vida a los 10 años del tratamiento, lo que es un muy buen indicador. No obstante, hay que señalar que, si bien es cierto que el papilar tiene una buena probabilidad de sobrevida, el riesgo de recurrencia es importante. Uno de cada cinco pacientes volverá a desarrollar esta enfermedad en algún momento de la vida. Afortunadamente, hasta ahora, no se ha visto que las recurrencias afecten mucho la sobrevida", concluyó el especialista.
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