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Una semana ha transcurrido del devastador incendio registrado en la céntrica calle Villagrán en la comuna de Mulchén, siniestro que dejó siete locales comerciales y tres viviendas totalmente destruidas producto de las llamas.
La emergencia sucedió en la madrugada del pasado jueves 16 de noviembre, cuando una casa comenzó a incendiarse -por causas que están en materia de investigación- propagándose a las demás estructuras, lo que llevó a requerir equipos de bomberos de Mulchén, Los Ángeles y Santa Bárbara que controlaron el fuego nueve horas después de la primera alarma.
La tragedia conmocionó a la comunidad mulchenina, debido a que se perdieron locales de larga data del casco histórico local, sitios donde las familias frecuentaban acudir a vitrinear o comprar distintos productos, en una época donde no existían las grandes tiendas en la provincia.
Uno de los locales consumido por las llamas fue la zapatería "La Bota Negra". Si bien la tienda había cerrado hace algunos años, usuarios de redes sociales recordaron este centro comercial con comentarios en las publicaciones de diario La Tribuna.
Ante esta situación, diario La Tribuna averiguó sobre la historia de este local, sus orígenes, dueños y sobre su icónica bota negra, una figura hecha de madera que en la parte alta tenía soportes metálicos que alguna vez sirvieron para colgarla, muy popular en los niños que pasaban por allí.
La historia de "La Bota Negra" está ligada a la familia Kuncar. Salomón Kuncar Cahbar, un ciudadano de origen palestino que arribó a Chile cuando era joven, fundó este negocio junto a su primo, estableciendo su primera sucursal en calle Gana esquina Villagrán.
Tras el terremoto de 1960, Salomón Kuncar compró la participación de su primo y trasladó el local a Villagrán 441, a una cuadra de la anterior ubicación. Desde el principio de la década del 60, entonces, "La Bota Negra" funcionó en ese lugar ininterrumpidamente hasta su cierre en 2018.
Samuel Kuncar Uhlmann, uno de los hijos de Salomón, se hizo a cargo de la zapatería tras la muerte de su padre. Bajo su administración "La Bota Negra" vivió años de bonanza, hasta que en los dos mil comenzó con su paulatino declive por baja de ventas. Kuncar Uhlmann falleció en 2015 y tres años después se decidió por clausurar el negocio.
La Bota Negra de Mulchén era una tienda de venta de zapatos muy conocida por los vecinos. Sus productos de cuero confeccionados por empresas nacionales la situaban en un lugar de privilegio en la comunidad, que elogiaban la calidad de los calzados.
"Los zapatos de ‘La Bota Negra’ eran muy buscados por la comunidad, especialmente por la rural, por la durabilidad del producto", cuenta Samuel Kuncar Aguilera, nieto del gran artífice de este negocio.
"La mayoría de la gente de Mulchén, sobre todo las personas del campo iban a comprar zapatos ahí, como las botas y el botín", añade Eliana Aguilera, viuda de Samuel Kuncar Uhlmann.
Sin lugar a dudas, lo más característico de este local era la bota que estaba instalada en el pasillo, una estructura fabricada con madera maciza y metal, de aproximadamente un metro de alto.
En la locación anterior, la bota estaba colgada en el techo, pero debido al peligro para las personas y tras el terremoto del 60, ésta fue dejada en el piso de la nueva sede.
"Todos jugábamos con la bota, que era la característica del negocio y la que todo mulchenino recuerda", comenta Kuncar Aguilera.
En más, tan llamativa era la bota para los niños, que Samuel Kucar Uhlmann creó una leyenda en torno a ésta que aseguraba que la bota había sido ocupada por un gigante.
"Esa bota tenía una leyenda que mi padre se la contaba a los niños, ya que decía que la bota se le quedó a un gigante. Todos creíamos esa historia, como niño uno se imagina que eso era verdad y a veces nos retaban porque nos subíamos arriba de ella y la terminábamos botando", rememora Kuncar Aguilera.
Lamentablemente, la bota no logró ser rescatada y terminó quemada junto a las demás cosas de la casa. "Pudimos haberla salvado, porque lo único que atinamos fue a salir para escapar del fuego", relata Aguilera.
Si bien la zapatería había cerrado hace cinco años, el inmueble, los recuerdos, fotografías y algunos zapatos que habían sido guardados seguían en el sitio. Allí vivía Eliana Aguilera y las piezas de sus hijos se conservaban, pese a que viven fuera de la comuna.
"Es doloroso para mí y probablemente a todas las personas que tenían algún recuerdo, porque era el lugar donde crecimos, todavía habían cosas mías allí. Uno se arrepiente ahora no haber guardado recuerdos y copias de algunas cosas, pero así son los incendios", lamenta Kuncar Aguilera.
"El recuerdo de la bota negra va a durar siempre mientras esté la gente que compró", concluye Eliana Aguilera.
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