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El pasado 19 de mayo, Diario La Tribuna contó de un incendio ocurrido a la altura del 1060 de la avenida Francisco Encina (casi al llegar con el pasaje Oro Grande), en el sector sur de la ciudad de Los Ángeles. Debido que se trataba de una construcción de material ligero, el fuego se propagó con facilidad y destruyó en su totalidad una vivienda donde también funcionaba la panadería "Las Hortensias".
A poco de cumplirse dos meses del siniestro, La Tribuna tomó contacto con Benjamín Rivas, ingeniero comercial e hijo de Evelyn Spuler, concesionaria de casinos para las empresas. Ambos son dueños del local comercial.
La panadería "Las Hortensias" surgió de las frecuentes visitas de Evelyn a una verdulería ubicada en la avenida Francisco Encina. En uno de esos viajes se dio cuenta que no había panadería cerca, surgiendo la duda sobre dónde compran el pan los vecinos de ese vasto sector de la ciudad.
Fue en ese momento cuando Evelyn se percata de la necesidad: una panadería.
En esa fecha, en plena pandemia, esta familia dio forma a la idea. "Mi mamá habló con la dueña de la verdulería, que es la dueña de la casa que se rentó para hacer la panadería, y ahí llegaron a un acuerdo para trabajar en la casa. Varios meses estuvieron trabajando en ella para modificarla y adaptarla", explicó Benjamín.
Con entusiasmo y expectativas, esta familia emprendedora usó sus ahorros de años y solicitó algunos préstamos para armar la panadería. El negocio se inició con Evelyn y su esposo Claudio Moraga trabajando codo a codo para posteriormente - y debido al éxito en sus ventas - sumar trabajadoras hasta llegar a formar un equipo de siete personas, más los dueños.
Pasaba el tiempo y Las Hortensias ganaba clientes, posicionamiento y cariño de los vecinos: "Venían de distintas partes de la ciudad por algún dato o porque nos preferían, de repente llegaban clientes que eran de fuera de Los Ángeles y pasaban a comprarnos", comentó Benjamín.
Todo marchaba viento en popa, hasta el domingo 19 de mayo, mientras descansaba, la alarma instalada en el teléfono les avisó que había movimiento: "Empezaron a saltar las alarmas, lo encontramos raro por la hora, se estaba empezando a anochecer. Cuando revisamos las cámaras se veían medias borrosas y en una aparecía una luz a una orilla. Ahí nos dimos cuenta al tiro que era fuego y lo borroso de las cámaras era el humo que las estaba tapando".
Lo demás pasó muy deprisa. Inmediatamente llamaron a bomberos, mientras que Evelyn, por los nervios no pudo ir al local. Benjamín y Claudio en ocho minutos llegaron a abrir los portones para esperar el carro de bomberos.
Lo más triste de todo, recordó el joven ingeniero, fue ver cómo todo el trabajo, el esfuerzo y el cariño puesto a la panadería, se estaba desapareciendo, sin hacer nada para detenerlo.
A la mañana siguiente del incendio, después de procesar el evento, la familia rememoró que dentro de la tristeza y desesperación, el cariño de la gente les devolvió la fuerza. "Lo más bonito fue ver la reacción de la gente, clientes y vecinos, quienes por redes sociales se apenaban de su panadería que la sentían de ellos".
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