Editorial

Héroes anónimos

Es en los tiempos de crisis, de incertidumbre y desasosiego cuando suelen verse, de manera más rotunda, las dos dimensiones humanas más contrapuestas. Por una parte, los actos miserables y de la mayor ausencia de humanidad, hasta aquellos gestos de grandeza, de abnegación, de la mayor solidaridad, del más profundo amor hacia el prójimo.

Durante la emergencia por los incendios forestales se ha observado demostraciones de ambas situaciones. Por un lado, están los casos de verdaderos criminales que ocasionan los siniestros de manera intencional, pasando por las negativas de algunos empleadores para que sus empleados que son bomberos pudieran acudir a las emergencias, hasta el bullado el caso de aquella persona que impidió que un helicóptero pudiera recargar agua en una balsa mientras combatía un incendio en Yumbel.

En el otro lado de la medalla, reconforta observa demostraciones de abnegación, dedicación y preocupación que han realizado cientos de miles de personas a lo largo de las zonas afectadas por los incendios que ya suman más de una semana. Es encomiable lo hecho por los voluntarios de bomberos, algunos de los cuales provienen de lugares muy distantes para resguardo de las personas y de sus bienes. De hecho, la institución lamenta la muerte de una voluntaria, una nueva mártir que dejó de existir en el cumplimiento de su deber en la zona de Santa Juana cuando recién se iniciaba la tragedia.

Mención aparte es el trabajo de los brigadistas del fuego, quienes deben lidiar en el mismo terreno, en geografías muy diversas y muy complejas, muchas veces exponiendo su integridad física para frenar el avance de las llamas.

Capítulo aparte han sido los vecinos. En estos días se han escrito historias de entrega, solidaridad y compromiso que no tienen parangón. Antes la imposibilidad de acudir a las zonas afectadas para concentrar el grueso de los recursos en las áreas más críticas, han sido los propios residentes quienes han debido asumir esa labor, ponerse manos a la obra y luchar contra el fuego que avanza inclemente, empujado por el calor, el viento y el aire seco.

Con sus propias herramientas, como palas, rastrillos y motosierras, han habilitado kilómetros de cortafuegos para circunscribir las llamas y evitar que así alcancen sectores poblados. Han sido ellos unos verdaderos héroes que no han descansado ni de noche, no solo para resguardar lo propio, sino que también lo de sus vecinos o a quien pudiera estar atravesando un momento complicado, sin miramientos de ninguna especie. Un aplauso a ellos, a todos ellos, los verdaderos héroes que cuando termine esta emergencia, seguirán siendo tan anónimos como siempre.

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