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La Tribuna
Columnista

Desde lo refundacional a lo posible: la constitución que habrá que resolver

Mario Morales Burgos

Profesor

por Mario Morales Burgos

En septiembre del 2022 todo Chile tuvo la oportunidad de resolver, aprobando o rechazando una nueva Constitución, redactada por una Asamblea Constituyente elegida democráticamente a través del voto popular. El triunfo aplastante de la coalición gobernante aseguraba los quórums de aprobación, dejando marginada, hasta del debate, a la oposición. La nueva propuesta emerge con un fuerte predominio de los pueblos originarios, transformándose éste en el tema más polémico, ya que al decir de la oposición se ponía en riesgo la Unidad territorial, dejando un Chile fragmentado socialmente y con una notable pérdida de soberanía. También fueron objetos de la polémica la fundación de un Estado absolutamente recargado y garantizador de una multiplicidad de derechos sin límites, donde el financiamiento de todos ellos se observaba como imposible de asegurarlo. Toda la complejidad que representaba redactar la Constitución de la República, en una Asamblea sin contrapesos y con casi ninguna voluntad de generar un debate participativo terminó polarizada y marcada por una atmósfera llena de descalificaciones, cuestión que a la hora de plebiscitar el texto constitucional los resultados fueron aplastantes a favor del rechazo. Con estos datos objetivos y en medio del desconcierto, la Asamblea Constituyente empezaba apagarse en el contexto de una historia tremendamente inexplicable. Con los resultados a la vista no era posible explicarse, por ejemplo, que una Constitución hecha casi para los pueblos originarios éstos la rechazaran mayoritariamente, todos, sin excepción, Mapuches, Pehuenches Diaguitas etc. , todos, a la hora de votar marcaron rechazo .

Posteriormente, y con la derrota a cuesta, el gobierno abre espacio para ir una vez más, tras la creación de otra propuesta  Constitucional, pero con un extraño modelo, construido sobre la base de lo posible , teniendo como marco la igualitaria correlación política en el Parlamento; el mundo político (no ciudadano) elige a quienes redactarán una propuesta (Comisión de expertos) para presentarla a un consejo constituyente, que surgirá producto de una elección popular. Este consejo revisará el texto y también podrá introducirle nuevas ideas, hasta arribar a un texto definitivo que será presentado a la ciudadanía para su aprobación o rechazo , pero con la particularidad que ahora este consejo que viene a reemplazar a la extinguida Asamblea tiene una aplastante mayoría, ratificada el domingo  13 de mayo del 2023, que le permitirá colocar su sello en todo lo que le parezca conveniente, también dependerá de ellos escuchar o no escuchar a la menguada representación oficialista del Consejo. En síntesis, la triunfante oposición tiene toda la fuerza para hacer la Constitución que mejor los represente.

Como podemos ver, la caprichosa historia se repite, solo que se cambia de bando, no obstante, lo que todos esperamos es que no se cometan los errores de intolerancia, y de fundamentalismos caprichosos; este consejo debe ser capaz de leer y de interpretar correctamente lo que la gente quiere y necesita para el futuro desarrollo del país, de lo contrario nos podemos ver enfrentados a un nuevo fracaso.

La nueva Constitución debe construirse sobre terreno firme, con inteligencia y sensibilidad; pues somos un país con muchísimas capacidades que no podemos desecharlas, debemos ser capaces de ponernos de acuerdo en el Chile que queremos, en el tamaño del Estado que necesitamos para la administración de nuestros recursos naturales estratégicos, en los derechos fundamentales reconocidos en todo el mundo inteligente y desarrollado: Educación, Salud y vivienda, entre otros. Es fundamental que se exprese en esta nueva Constitución el justo encuentro y complemento entre lo público y privado.

El primer y derrotado ejercicio constituyente, desplegado solo desde una mayoría fue calificado como fundacionalista, desde la oposición. El Presidente de la República, haciendo una valiente autocrítica reconoce que se cometieron muchos errores, de los cuales hay que sacar lecciones y aprender, desde la opinión social y política se reviven viejas máximas recordando que la política es el arte de lo posible o dicho de otra forma, en política no se puede arrasar con el adversario sin invitarlo a subirse al carro de los grandes acuerdos y del debate permanente.  Entonces lo que el país espera es tener una Constitución representativa y no una propuesta mezquina nacida del espíritu de unos cuantos que representan lo posible de hacer.

Mario Morales Burgos.

Profesor

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