Opinión

Carta abierta a una hija

Psicólogo

luis rozas m,
luis rozas m / FUENTE:

Recientemente se celebró el día del padre e irrumpió en mi mente, la insistente idea de poder perpetuar en el tiempo el sentimiento de un padre hacia su hija, desde la visión del papá.  Lo que leerás a continuación no fue creado con lápiz y papel, sino que emerge desde lo más profundo, latiendo al ritmo de un corazón que ama.

Hija, al empezar mí relato, inevitablemente me invade la emoción, se me hace un nudo en la garganta y mis ojos se llenan de lágrimas de alegría, el sólo hecho de pensar en el mejor día de mi vida me conmueve profundamente y ese instante llegó cuando me convertí en tu padre, desde ahí supe que todo tenía sentido y que mí existencia ya estaba completa.

El amor de padre es muy especial, porque nace desde que te sueña, sumergiéndose en el recuerdo de tu primera sonrisa sin dientes, de tu mirada tierna hacia ese gigante amistoso, que se acurrucaba a tu lado, para velar tu juego o tu sueño. Todo ello me mostró el secreto donde se origina la felicidad, entérate que para mí, ni todos los regalos del mundo, se comparan con lo que significa ser tu Papá.

Hoy te veo más grande, tú corazón de niña vive y tú alma de bebé duerme, siendo precisamente en ese recuerdo cuando mi corazón se acelera al pensar en cuando tomaba tus manos pequeñitas, te daba de comer, te enseñaba a caminar, que decir de esos pañales o cómo se sentía tu abrazo, tu cabello o tu llanto de auxilio cuando me buscabas cuando te caías, haciéndome correr veloz hacia ti. Todo ello tiene como broche de oro, esa primera vez cuando tu boquita pequeña, dijo por primera vez la palabra "Papá".

Un buen padre, vale mucho más que una escuela con cien maestros y por eso he hecho mi mejor esfuerzo por ser el papá que te mereces, recuerda que no existen papás perfectos, sólo papás reales, que se cansan, ríen, lloran, juegan, pierden la paciencia, pero que al día siguiente vuelven a intentarlo con todo su amor y eso es por ti.

Hoy soy un orgulloso espectador privilegiado de tus esfuerzos, cada logro o descubrimiento, la oportunidad de poder ver como creces, como aprendes y sobre todo apreciar el paso del tiempo, que te va convirtiendo en una persona valiosa. Hija, tú tienes el poder de ser y lograr lo que quieras, verte plena es mi recompensa, eres de manera visible e invisible la energía que me da fuerzas para seguir adelante y me haces muy feliz.

Si algún día tienes la necesidad de mí, aquí estaré siempre para ti, no importa si duermo, si estoy enfrentando alguna dificultad, si piensas que estoy enojado o cansado, lo que siento por ti, no conoce de límites y no importa cuán grande o pequeño sea tu problema, ni cuantos años tengas, eres mi niña...siempre lo serás, te amo y siempre estaré en presencia o recuerdo para ti.

La vida es un ratito corto, sin duda cuando se acaben las páginas de mi vida, tú serás uno de mis mejores capítulos. Tal vez en ese momento te darás cuenta que mi verdadero legado, que  no será material, sino que habitará en el mundo interior de las almas buenas, alimentado por el amor, tiempo y bondad que he puesto a cada palabra, a cada acción y a los hechos anónimos o desinteresados de los que nunca te enteraste, que sin búsqueda de notoriedad trataron de hacer el bien a quien lo necesitaba.

Para finalizar, ten siempre presente, que aunque un día los pies me pesen, ya no tenga la energía de antes y mi mirada luzca cansada, con mi rostro arrugado o decorado por un blanco cabello, igual puedes contar conmigo porque ahí también estaré, más si debo volar de este mundo físico y no puedas verme o tocarme, búscame bien...pues seguiré dentro de tu corazón y cuidándote desde el cielo... te amo y siempre te amaré querida hija.

Si llegaste hasta aquí, te lo agradezco y espero haber podido interpretar lo que tú sientes por tus hijos, el amor mueve al mundo y recibes mucho más de lo que das, cuando le profesas amor a los más pequeñitos de la casa. ¡Que tengas un maravilloso día!

Luis Rozas Mardones, psicólogo

Etiquetas:




matomo