Opinión

Alusión innecesaria

Zenón Jorquera, Zenón Jorquera
Zenón Jorquera / FUENTE: Zenón Jorquera

A veces no es lo que se dice, sino cómo se dice. Y dónde se expresa, lo que puede traer mayor repercusión. No es lo mismo hablar en la privacidad del hogar, en una conversación distendida entre amigos, que en un medio de comunicación o en el Parlamento. Está claro.

En la discusión de un proyecto que busca la inclusión laboral de las mujeres en las empresas, el diputado Jaime Sáez (Revolución Democrática) en su intervención se refirió a las niñas de Vitacura, cuando precisamente había un grupo de ellas de visita en el Congreso: "Las niñas que están en Vitacura salen adelante porque son de Vitacura, porque si fueran de Conchalí probablemente tendrían muchísimas más dificultades para alcanzar algún puesto de liderazgo". 

 "¡Qué feo eso!", diría mi pequeña nieta.

Si quería evidenciar las inequidades, las desigualdades existentes en nuestro país, no era necesario referirse a las visitas, bastaba decir que el tema es una verdad innegable, porque es indudable la disparidad de oportunidades existente en Chile por razones económicas, sociales, de apellidos o por la comuna donde uno vive; en fin, por diversos motivos.

Y hay  muchos otros ejemplos para verificar que no hay paridad, que las oportunidades no siempre se dan en los más capaces, sino en otras personas y por otras variables. ¿Un miembro de un Partido tiene más posibilidades de acceder a algún cargo que un independiente? ¿Ser operado en una clínica de alguna comuna del sector oriente de Santiago da más posibilidades de éxito que en un hospital de provincia? Ambas preguntas pueden verse como discriminatorias y, por cierto, ofensivas. No deberíamos dudar tan fácilmente de las capacidades de unos o de otros. ¿Los militantes, por el solo hecho de serlo, tienen más competencias? ¿Los conocimientos de un médico de provincia serán distintos a uno de Vitacura? (usando la misma comuna para no seguir discriminando). Tal vez la experiencia, pero nos interesan sus capacidades.

La respuesta, entonces, debería ser NO. ¿Por qué habríamos de dudar? Pero la realidad dice lo contrario. Lo cual tampoco es categórico ni correcto.  

El sentimiento de desagrado o disgusto hacia alguien por considerarlo responsable de algún daño, o simplemente por haber tenido más posibilidades de éxito; la animadversión hacia el otro que está en distinto escenario de la vida, por los motivos que sean, no entendiendo que sus capacidades lo han hecho acceder a ese sitial, denotan resentimiento. Y no es conveniente que fomentemos esa actitud de menosprecio hacia quienes por diversas circunstancias tienen más o menos posibilidades de desarrollo personal.

El deber de la política y los políticos es buscar el bien común que predicaban Platón, para quien  la felicidad verdadera para el hombre es lograr el desarrollo pleno y el bienestar armónico de su vida, y Aristóteles, que coincidía con él y agregaba que la felicidad no es algo que se pueda alcanzar de manera individual, sino que debe ser buscada de manera colectiva. Bien común es definido como "ciertas condiciones generales que son de ventaja para todos" por el filósofo estadounidense John Rawls.

El lenguaje inapropiado a veces puede exacerbar el odio, que sólo traerá más odio. Cuando lo que debemos buscar es la felicidad, que debe ir unida a la paz, al entendimiento, al buen juicio, a la reflexión serena y profunda. Insistir en las diferencias, en vez de hacerlo con lo que debe unirnos, es equivocar el camino. Lo que se requiere es buscar que los jóvenes de las comunas populares tengan las mismas oportunidades que los de otras comunas, reciban educación de calidad, se desarrollen y logren ejercer sus liderazgos, que haya más  convivencia social en la que todos podamos ser más libres e iguales. Y hermanos. ¿Por qué no?

Zenón "Cheno" Jorquera

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