Los chilenos y chilenas estamos a punto de ingresar a un nuevo proceso plebiscitario para determinar, por segunda vez y tras dos consejos constitucionales, si queremos o no la Constitución Política del Estado (CPE), que nos presentan para votar.

Democracia pura, el ejercicio de las libertades en su máxima expresión, por eso no les voy a decir qué pienso de ella, porque lo tengo muy claro, y por eso les voy a pedir a mis vecinos y vecinas que se informen, que lean y que sepan que lo que vamos a decidir es una Carta Fundante, un documento que da vida a Chile y que nos permite pasar de ser una Nación a ser un Estado de Derecho, una República. Es, si se quiere en buen chileno, el rayado de cancha dónde se debe mover toda nuestra institucionalidad.

Si bien, las letras en un papel en blanco son hermosas  - desde todo punto de vista - una CPE debe ser respetada en su conjunto y no hacerlo es condenable, por qué digo esto, porque he analizado con sigilo el Capítulo VIII de la propuesta: Gobierno y Administración Regional y Local y si bien, los acaldes como representantes de los territorios locales somos tomados en cuenta, se siguen creando instancias que deberán esperar reglamentos y se sigue considerando que el patrimonio de las municipalidades es de libre disposición para ser usados en futuras leyes que vendrán, como ha sido hasta hoy, sin financiamiento y eso implica sacar fondos de un lugar para gastarlos en otros y tapar hoyos provocados por la irracionalidad centralista, en un lenguaje coloquial, las administraciones municipales también sufrimos la falta de dinero para cumplir las necesidades de los vecinos y vecinas. Mientras esto ocurre y seguimos analizando las propiedades de bienes esenciales para la vida o como se equilibrará la balanza entre el mundo público y el privado para brindar el Bien Común de los habitantes de Chile, me quiero detener en un acontecimiento histórico. Primero diré como una máxima que ojalá siempre se escuchara y valorara la voz de los territorios, esto porque se harían mejores leyes y normas y se cometerían menos errores, como lo sucedido con la reforma educacional.

Si se legislara a partir de las realidades locales se ganaría tiempo en avanzar como país, tendríamos una mejor convivencia nacional y no perderíamos tiempo en hacer modificaciones y más modificaciones de normas, leyes que son muchas veces propuestas por expertos con grandes títulos, pero que no conocen para nada para la realidad que viven en los territorios de un Chile, que ¡para que sepan de una vez por todas! es heterogéneo en su geografía y por consecuencia en sus habitantes.

Por eso digo y reitero que ojalá siempre se escuchara la realidad de las 346 comunas de Chile.

Por lo expuesto y por lo analizado, quiero felicitar la venida de presidente, Gabriel Boric a la región del Biobío y la reunión histórica que sostuvo con los alcaldes, porque más allá de las necesidades y problemas de cada territorio planteadas en dicha instancia y las posibles soluciones que se conversaron (allí en la Biblioteca Municipal de Concepción). Valoro el tiempo dado por el mandatario, porque escuchó voces importantes y valiosas, voces representativas de la comunidad y de cada territorio, que aunque parezca majadero, conocen las realidades del lugar que administran y las realidades de su gente. Que un presidente abra esta instancia histórica se valora y reconoce, gracias.

Jorge Rivas Figueroa

Administrador Público

Licenciado en Ciencias Políticas.