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Columnista

¿Por qué mi hijo no quiere seguir estudiando?

Tirza González

Doctora en Ciencias de la Educación.
Académica de la Facultad de Ingeniería y Negocios UDLA

por Tirza González

La deserción estudiantil siempre ha sido un tema controversial y complejo, para comprenderla, debe ser analizada desde distintas posturas, teóricas y metodológicas, que permitan visualizarla.

La Teoría de Durkheim, considera a la deserción como una insuficiente unificación del estudiante con los ambientes intelectuales y sociales, existe un desequilibrio entre las necesidades del alumno y las satisfacciones que este encuentra, así como una discrepancia entre las expectativas, los logros alcanzados y un desajuste entre los tipos de personalidad y de ambientes presentes en los colegios o universidades.

La interacción social con los compañeros puede aumentar la persistencia en los estudios, pero también contribuir al abandono, la integración social insuficiente lleva a la deserción voluntaria, si los miembros con los que se vincula el estudiante no tienen inclinación por el éxito académico. La autoimagen es determinante, los alumnos que fracasan desarrollan actitudes de autodesvaloración, y la incongruencia proviene de las percepciones personales de no encajar o sentirse ajeno a la estructura social e intelectual.

La teoría psicológica, sostiene que la conducta de los alumnos es ante todo un reflejo de atributos que describen las características psíquicas de cada individuo, entonces la deserción estudiantil sería una consecuencia inmediata de un mal ajuste. El extremo opuesto a las hipótesis psicológicas lo representan las ambientales, que sitúan el énfasis en el impacto que tienen sobre la conducta de las personas las fuerzas sociales y económicas; otras teorías societales consideran que el éxito o fracaso es moldeado por la conquista social en general, estatus prestigio institucional y oportunidades.

De lo anterior se puede concluir que el adolescente por encontrarse en la conformación de la identidad personal tiene como fenómeno central su desarrollo, donde existe un conjunto de influencias sociales y familiares que repercuten en su bienestar, pues el contacto diario con el sistema familiar y educativo influye en la manera en que el individuo se relaciona con el mundo externo. La aceptación y la tolerancia, el respeto e interés que se le muestre al joven son de gran importancia para su desarrollo emocional, debido a que en ocasiones sentirá que nada de lo qué ha aprendido lo hace bien, llegando a presentar una identidad confusa y hasta alcanzando a padecer una psicopatología.

En esta línea, es esencial que los padres estén atentos a las actitudes negativas hacia los profesores, asignaturas o instituciones educativas, debido a que estas no solo repercuten en el bajo rendimiento escolar, sino que son los síntomas de una posible deserción estudiantil.

Tirza González

Doctora en Ciencias de la Educación. Académica de la Facultad de Ingeniería y Negocios UDLA

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