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Columnista

Cuando éramos niños... (Carta a tú niño interior)

Luis Rozas Mardones, psicólogo.

por Luis Rozas Mardones, psicólogo.

Cuando eras pequeño querías impacientemente crecer rápido, en ese tiempo el entusiasmo era mayor que tu tamaño, ser adulto era genial...pero nos faltaba mucho para llegar a serlo y ante cada sueño de futuro, la dulce respuesta era "lo serás o lo harás... cuando seas grande".

Cuando eras un niño, te podías equivocar, no conocías el valor del dinero, tampoco las clases sociales o el odio, todo parecía muy sencillo, mamá y papá eran fuertes, sabios e incansables. Todo sucedía como en un cuento, qué tiempos aquellos... era hermoso ser niño.

Recuerdas cuando niño, mamá te cuidaba con devoción y en la tarde cuando papá llegaba del trabajo, aunque se veía cansado, te regalaba sus últimas energías para contarte un cuento (inventado por él) y darte un sentido beso en la frente, para hacerte dormir, a pesar de que tantas veces el que se quedaba dormido era él.

Sabes, creo que cuando éramos niños, éramos realmente felices, pero no nos dábamos cuenta de ese milagro; el no puedo no existía, la pobreza era disfrazada con ingenio o magia, la tristeza aparecía como un "tranquilo ya pasará" y el amor...el amor era puro, sin ninguna sombra de maldad...que lindo cerrar los ojos, ver como corres libre, sin problemas, sin preocupaciones, riendo de alegría luego de una travesura, riendo hasta que te duele la panza, la felicidad es simple... ¡qué gran verdad!.

Ahora te puedes dar cuenta, que, aunque cuando niño dabas todo por ser adulto, hoy seguro que darías todo por volver a ser pequeño, cuando ese dibujo que regalaste era un verdadero tesoro, el cono de papel higiénico, se podría transformar en un adorno para el trabajo de papá y unos fideos, eran los protagonistas del collar que le regalaste a mamá.

Hoy es la ocasión propicia para detener tu andar y mirar a la distancia esos momentos divertidos, empañados por el peso de la palabra "después"... antepuesta a los momentos que no fueron, cuantas sonrisas no vivimos, cuantos abrazos no sentimos, cuantos consejos no escuchamos o cuanta diversión, nunca llegó ni llegará...despierta y vive cada instante, sin postergarlo. El tiempo pasa, se te irá como el agua entre los dedos.

No puedes retroceder el tiempo, por eso no postergues y valora los momentos de tu presente, has crecido y ayer... llorabas fuerte para llamar la atención o recibir ayuda, mientras hoy lloras despacito, para no tener que explicarle a nadie, la razón de tus lágrimas; la ayuda no llega, sólo estás tú, ojalá todo fuera como antes.

Al viajar con tu mente al pasado, te llena el poder ver la casa familiar, mirar con devoción a papá o a mamá jóvenes, vivos y bien, sentir el aroma de la comida recién hecha, poder jugar con tus hermanas o hermanos, reencontrarte con esos amigos que nunca más viste o que todo funcionara, sin tener que hacer algo para ello. Respira profundo y busca entre tus cosas esa arrugada foto, yo sé que darías todo por entrar en ella y vivir ese momento, aunque sea un minuto.

Finalmente, te puedo decir que ser niño es un tesoro, que valoramos cuando lo perdemos, pero tranquilo, ese niño habitará por siempre en tu corazón ¿Es un niño feliz?, admira el regalo que tienes por entregar, porque si ya eres adulto, puedes llenar de amor a tus hijos y así ellos recordarán con amor, los regalos no materiales que les diste. Hacerlos felices nunca fue difícil o caro, su sonrisa o sus lágrimas están en tus manos, puedes hacerlo mejor. ¡Que tengas un maravilloso día!

Luis Rozas Mardones, psicólogo.

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