Opinión

25 de noviembre: La profundidad de la violencia contra las mujeres y la urgencia de su erradicación

Gabriela Castillo - Valentina Villalobos, Colectiva La Morada
Gabriela Castillo - Valentina Villalobos / FUENTE: Colectiva La Morada

En lo que va del 2024 la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres registra 40 femicidios a nivel nacional, perpetrados por hombres que en su mayoría eran parejas o exparejas de las víctimas. El pasado 08 de noviembre Carola Loyola (47 años) fue asesinada a plena luz del día por su expareja, Marcelo Fonseca, en las cercanías del Liceo Técnico de nuestra comuna. Carola fue víctima de violencia durante mucho tiempo y, en 2023, realiza una denuncia por violencia intrafamiliar, poniendo fin a la relación. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos y de recurrir a la institucionalidad, no recibió la protección necesaria frente al femicida.

Por otro lado, podemos recordar el caso de Daniela Olate (23 años), quien el día 16 de julio de este año y tras esperar sin éxito un bus para viajar desde Florida hacia Concepción, acepta ser trasladada por José Morales. Durante el trayecto, él la atacó sexualmente y la asesinó. Once años antes de que esto ocurriera, Daniela había expuesto en televisión la falta de conectividad en los sectores rurales y la necesidad de mejorar el transporte público, un problema que claramente permaneció sin ser resuelto hasta su trágica muerte.

La violencia contra las mujeres se manifiesta en todos los ámbitos de nuestras vidas, desde el hogar hasta el trabajo, la calle o nuestros centros de estudio. Incluye formas explícitas como femicidios, violencia física, sexual o acoso callejero, así como expresiones más normalizadas como la feminización de la pobreza y la sobrecarga laboral (y mental).

Una de las manifestaciones más graves de agresión hacia las mujeres es la violencia sexual, como evidencian los recientes casos ‘’Monsalve’’ y ‘’Valdivia’’ en Chile. De acuerdo a datos de la Subsecretaría de Prevención del Delito, en los delitos sexuales, sobre el 80% de las víctimas son mujeres y sobre el 90% de los agresores son hombres. Esta forma de violencia  funciona como un mecanismo de dominación y ejercicio de poder, con devastadoras consecuencias para las víctimas directas, pero también para todas las mujeres: nos hace sentir inseguras en todos los espacios y frente a cualquier persona, desde desconocidos hasta familiares cercanos. Este miedo constante condiciona nuestras vidas: sabemos que las calles no son nuestras, debemos desconfiar de todos y, si somos violentadas, la sociedad dirá que la culpa es nuestra.

Y es que no sólo en la calle estamos expuestas, sino también en nuestros propios hogares. Hoy conocemos un caso de Francia que ha causado impacto mundial; Gisèle Pelicot, mujer que fue violada durante 10 años por más de 70 hombres de diversas edades y ocupaciones, considerados "hombres ejemplares" hasta ser descubiertos, incluyendo a su propio esposo, quien orquestó estas múltiples agresiones, drogándola cada noche para facilitar los abusos. Hoy Gisele es un símbolo de lucha para todas las mujeres en el mundo, dejándonos, entre muchas otras cosas, este tremendo mensaje: "Que la vergüenza cambie de bando".

Frente a esta realidad nos preguntamos: ¿por qué recién ahora se habla de crisis de seguridad a nivel país? ¿Es que acaso las mujeres no hemos vivido desde siempre y durante todas nuestras vidas en una constante crisis de inseguridad?

Es crucial ampliar el análisis y debate público en esta materia. Hablar únicamente de la importancia del consentimiento -aunque lo es- no es suficiente para abordar la raíz del problema. La violencia contra las mujeres es estructural y refleja las fallas de una sociedad, un sistema y una institucionalidad que han perpetuado históricamente la desigualdad entre hombres y mujeres y validado la violencia como mecanismo de poder. Reducir el análisis a decisiones individuales (como si consintió o no) ignora factores como la desesperanza, el abandono, el miedo, la impunidad, la falta de redes de apoyo y recursos, lo que muchas veces lleva a las víctimas a sentirse sin alternativas y coaccionadas a "aceptar" como forma de supervivencia frente a consecuencias potencialmente peores.

Este 25 de noviembre hacemos un llamado a mirar más allá y cuestionar las raíces de este problema que afecta a todas las mujeres. Las historias de mujeres como Carola, Daniela, Gisèle y tantas otras nos muestran que no solo el agresor nos violenta, sino también el silencio y la negligencia de una sociedad y aparataje público que no está respondiendo a la urgencia de garantizar nuestra seguridad y dignidad.

Gabriela Castillo Uribe

Trabajadora Social

Post. Mujer y Políticas Globales

Integrante Colectiva La Morada

Valentina Villalobos Muñoz

Estudiante de Administración Pública

Integrante Colectiva La Morada

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