En realidad, mi amigo Daniel Briones es bastante práctico. "O sea, si yo le doy un combo a Maduro, lo tiro al suelo y llamo a alguien.  Se lo llevan, a mí me dan 25 millones de dólares?" Le respondí que sí, así de fácil. 

Estuve de observador internacional en las elecciones anteriores de la Asamblea Legislativa de Venezuela, aquella en que fue elegido Guaidó, que las ofició un tiempo de Presidente externo, (supongo que así se denominaba). Y bien externo porque estaba al lado de tres Presidentes haciendo el ridículo en Cúcuta, con ánimos -los tres - de ingresar a Venezuela por la puerta trasera. En aquella ocasión, en Caracas nos encontrábamos en un edificio gubernamental. Presentes unos 20 observadores de distintas nacionalidades, además dos ex Presidentes, Panamá y República Dominicana, y el inefable Rodríguez Zapatero, ex jefe del Gobierno Español, muy comprometido con Maduro. De pronto ingresa Vladimir Padrino, el hoy valorado en 15 millones de dólares. Hombre fornido, no muy alto, de difícil sonrisa, y para muchos, el verdadero capo del "cartel de los soles", como se le denomina al grupo narco enquistado en el gobierno. El nombre, "cartel de los soles", surgió porque las condecoraciones muy numerosas que lleva su uniforme, al revés de otros uniformes que tienen estrellas, esos tienen soles dorados que, según su cantidad, es la jerarquía militar. Lo saludé como hizo el resto de los asistentes con gran respeto y se integró a la conversación. En un momento, Rodríguez Zapatero, que me observaba de vez en cuando, se acerca y me pregunta por un personaje político de Chile. Le respondo que tiene problemas de corrupción, a lo que responde: "Entonces ahí no me meto. Habló conmigo para que lo ayude pero corrupto no", dijo tan campante, como si se hubiese sacado un peso de encima.

Venezuela, sus calles, otrora repletas de gente. Varios años atrás me encontraba en Maiquetía, aeropuerto internacional de ese país. Era la madrugada. Observo que aterrizan centenares de aviones. Detenidos en la losa aeroportuaria, retiran de su interior bolsas de gran volumen que las suben a camiones instalados en los costados de aquel descargue. Impresionado por esa imagen, pregunto de que se trata y la respuesta me deja sin palabra: "Es el pan para el desayuno de los venezolanos". Efectivamente, decenas de aviones traían ese pan desde Panamá, un porcentaje menor, y Miami, la gran mayoría. Pero, ¿es que no fabricaban el pan? No, simplemente, preferían importarlo. Era tanta la riqueza que no valía la pena complicarse tanto con panadería trabajando durante toda la noche. Me vine muy impresionado y a su vez, algo desilusionado con Venezuela. La enorme riqueza del petróleo servía para eliminar el desarrollo de ese país. Hoy, sus gobernantes han aparecido frente al mundo como individuos mafiosos, socios de narcos colombianos, comprometiendo al Estado venezolano con el narco tráfico de cocaína y otras drogas de gran poder adictivo. El precio es de 25 millones de dólares para Maduro y la misma cantidad Diosdado (Satán) Cabello. Qué tragedia para un país que sus gobernantes tengan valor penal. Dramático. El Presidente y su ministro del Interior, con precio, "se busca". La mafia los consume día a día. Es imposible que se mantengan por mucho tiempo.

Mario Ríos Santander