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Consternación causó la muerte del conocido periodista Claudio Iturra, ocurrida durante la madrugada del 23 de mayo recién pasado. Su deceso se produjo a los 43 años, por causas que se le atribuyen a un infarto agudo al miocardio.
Al respecto, ¿es frecuente que personas jóvenes o que bordean los 40 años, sufran un infarto y fallezcan a consecuencia de ello?
Primero que todo, habría que comenzar describiendo qué es un infarto agudo al miocardio y por qué se produce. Al respecto, "el término infarto hace referencia a la muerte de las células producto de la falta de oxígeno. El infarto al miocardio es, por tanto, la muerte de un grupo de células musculares cardíacas que no han recibido la cantidad mínima de sangre (oxígeno) para sobrevivir", explicó la académica de Medicina de la Universidad San Sebastián, Dra. Paulina Gómez.
Asimismo, agregó que el corazón es un órgano que no se nutre a sí mismo de la sangre que bombea, sino que tiene su propio sistema de irrigación: son las arterias coronarias las que llevan el oxígeno y nutrientes a las células cardiacas.
Un infarto agudo al miocardio ocurre "por una obstrucción completa en una arteria coronaria producto de una placa ateromatosa (conjunto de colesterol, grasa y otras sustancias), la cual se erosiona o se rompe y forma un trombo dentro de la arteria, tapando el conducto. Esto hace que no llegue sangre al corazón, desarrollándose una isquemia; es decir, una falta de oxígeno a los músculos del corazón", explicó la enfermera y académica de la carrera de Enfermería de la Universidad San Sebastián, Pía Bustamante.
La enfermera explicó que -hace años- era impensado que una persona joven o que bordeara los 40 años falleciera a consecuencia de un infarto agudo al miocardio.
Sin embargo, "en la actualidad es cada vez más común que se presente en gente joven. Se piensa que la causa puede estar asociada a factores de riesgo como el estrés, sedentarismo, malos hábitos alimenticios, obesidad, hábito tabáquico o consumo de drogas, que han aumentado en edades tempranas", explicó Bustamante.
Asimismo, añadió que la Federación Mundial del Corazón estima que el 33% del total de muertes en el mundo se deben a enfermedades asociadas al corazón. A ello, se suma que -cada año- se producen cerca de 20,5 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares a nivel mundial.
Son varios los factores de riesgo que podrían aumentar las probabilidades de que una persona sufra un infarto agudo al miocardio.
En este contexto, Gómez expresó que la diabetes, la hipertensión arterial, los elevados niveles de colesterol y triglicéridos, el tabaco, sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo incrementan las posibilidades de desarrollar una enfermedad aterosclerótica.
"En esta condición, se desarrollan placas ateromatosas que reducen el lumen de las arterias coronarias (y muchas otras arterias del organismo), disminuyendo el flujo sanguíneo con el consiguiente riesgo de infarto. Las placas ateroscleróticas se pueden ubicar en distintas partes del cuerpo, pero tienen especial predilección por las arterias coronarias y las arterias cerebrales, por lo que, los mismos factores de riesgo ocasionan también accidentes cerebrovasculares", explicó la especialista de la salud.
De igual forma, agregó que cada uno de estos factores actúa de manera independiente; es por ello que, al presentar más de uno el riesgo de padecer un infarto aumenta exponencialmente.
El médico y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Eduardo Farfán, explicó que el principal síntoma asociado a un infarto es el dolor de pecho y una sensación de opresión que puede extenderse hacia los brazos, hombros, cuello o mandíbula.
Asimismo, "puede ser acompañado de falta de aire, sudoración profusa, náuseas y mareos. Es importante recordar que los síntomas pueden variar de persona a persona y no siempre ser los típicos", expresó Farfán.
Al respecto, agregó que para prevenir los factores de riesgo cardiovascular es importante llevar un estilo de vida saludable, una dieta balanceada, realizar actividad física constante, evitar el consumo de alcohol y otras drogas, además de mantener un adecuado control de las enfermedades crónicas ya diagnosticadas.
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