Según el último informe del Faro UDD del Biobío, denominado "Radiografía de los directores de establecimientos educacionales en la región del Biobío", se dio a conocer que entre el 2015 y el 2018, la cantidad de directores de establecimientos educacionales en la región del Biobío se mantuvo estable, con cifras que oscilaron entre 1.113 y 1.124. Sin embargo, a partir de 2019, se registró una caída drástica en el número de directores, que descendió a 857 y se ha mantenido en ese rango hasta 2023.
Este declive se atribuye, en parte, al cierre de colegios durante la pandemia, al estallido social de 2019 y a las restricciones impuestas por la Ley de Inclusión Escolar de 2015, que limitó la creación de nuevos establecimientos.
Uno de los cambios más destacados en el periodo analizado es el aumento significativo de mujeres en cargos directivos. En 2015, las directoras representaban el 57% de los cargos en la región, pero esta cifra subió al 65,7% en 2023, superando el promedio nacional. En contraste, la participación masculina ha disminuido de manera notable en el mismo periodo.
En cuanto al tipo de establecimiento, ha habido una disminución en la proporción de directores de colegios municipales, que pasaron del 46% en 2015 al 35% en 2023. Por otro lado, los directores de colegios particulares subvencionados aumentaron del 51% al 55%. Los colegios particulares pagados y de administración delegada se mantuvieron estables en torno al 1%, mientras que los Servicios Locales de Educación, establecidos en 2020, concentraron un 6% de los directores.
ENVEJECIMIENTO Y MENOR RENOVACIÓN EN ÁREAS URBANAS
La edad promedio de los directores en el Biobío en 2023 fue de 52,5 años, un poco por debajo del promedio nacional de 53 años. Sin embargo, las diferencias se hacen más evidentes al comparar zonas rurales y urbanas. En las áreas rurales, la edad promedio fue de 54 años, mientras que en las urbanas fue de 51 años, lo que refleja un envejecimiento del cuerpo directivo en las zonas rurales y una mayor renovación en las zonas urbanas.
Uno de los aspectos más relevantes del informe es la combinación de roles de los directores, especialmente en las zonas rurales. En 2023, un 36% de los directores rurales impartían clases, aunque esta cifra había alcanzado un 42% en 2022, antes de estabilizarse. Esta proporción sigue estando por debajo del promedio nacional, que se sitúa en torno al 50%. En las zonas urbanas del Biobío, solo un 16% de los directores asumían también el rol de docentes, con un leve repunte en 2022 al 20%, aunque volvió a descender.
A nivel nacional, la participación de directores urbanos en la enseñanza ha sido más estable, fluctuando entre el 23% y 25%, y alcanzando un 26% en 2022. Este fenómeno refleja las diferencias en las dinámicas de gestión educativa, donde en las zonas rurales, debido a la falta de personal, los directores deben asumir tanto funciones administrativas como docentes, mientras que en las áreas urbanas prevalece una mayor especialización en la gestión escolar.
