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La Tribuna

Fuerte Príncipe Carlos: Al rescate del olvidado recinto militar enclavado en el río Duqueco

por Juvenal Rivera Sanhueza

La fortificación situada a orillas de río Duqueco, prácticamente a los pies de la Sierra Velluda, está completando los trámites para tener la categoría de monumento histórico nacional.

Mapa de fines del siglo XVIII que muestra la ubicación del Fuerte Príncipe Carlos / Cedida

Un gran peumo con parte de copa cortada por las intensas ráfagas de viento de agosto pasado marca el punto de referencia para ubicar el fuerte Príncipe Carlos, situado en la ribera sur del río Duqueco, en la comuna de Santa Bárbara.

No es fácil ubicar la construcción levantada a fines del siglo XVII en la zona por órdenes de Ambrosio O’Higgins, a la sazón, gobernador de la Capitanía General del Reino de Chile.

Aunque está a poco más de 50 metros del camino principal, a la distancia solo se observa un grupo de árboles, dominados por ese gran peumo, además de arrayanes y robles.

Fue emplazado en un punto donde estrecha el valle que surge a los pies de la Sierra Velluda, ese imponente macizo de dos puntas que alcanzan los 3 mil 500 metros sobre el nivel del mar.

Hay que estar ahí para notar el foso que circunda todo el perímetro por los costados sur, suroriente y poniente, mientras que la parte norte cae a un profundo acantilado hacia el río Duqueco.

En el entorno a los restos de la fortificación, se nota que hubo plantaciones de pinos pero fueron taladas y ahora se observa despejado en varios cientos de metros.

El fuerte Príncipe Carlos fue ordenado construir a mediados de 1788 con el fin de contener las incursiones pehuenches hacia los sectores de Antuco, Las Canteras y Los Ángeles. Es parte de una serie de fortificaciones levantadas en el siglo XVIII y, en consecuencia, parte de la historia de la zona y del país.

Sin embargo, no tiene ninguna señalética que indique su existencia. Solo los lugareños aportan información precisa para llegar al lugar y recorrer uno de los fuertes menos conocidos en la zona, pero que fue parte de la historia nacional.

MONUMENTO NACIONAL

Jaime Sanhueza, encargado de turismo de la municipalidad de Santa Bárbara, contó el trabajo hecho para relevar la importancia del fuerte Príncipe Carlos. Ese esfuerzo incluye a las demás fortificaciones hispana en el territorio, como las que se levantaron en Villucura (que sería en el lugar donde ahora esté el retén de Carabineros), Corcovado (a orillas del río Arilahuén) y el de Santa Bárbara.

"Hay un proyecto bien interesante y muy lindo que pone en valor ese lugar con la identidad pehuenche. Por ahí pasa también la ruta histórica por la conexión que hacía Bernardo O’Higgins cuando visitaba Santa Bárbara. También Fray Gil Calvo, que se pasaba a hospedar precisamente al fuerte cuando hacían los arreos de animales. También hay muchos relatos de los vecinos al respecto de esa historia", comentó.

Según Sanhueza, en base a ese trabajo de recopilación histórica - que tuvo el patrocinio con la Universidad Católica-, se consiguió que el Consejo de Monumentos Nacionales lo confiera al fuerte Príncipe Carlos la categoría de monumento histórico.

Sin embargo, aún queda la definición del terreno que será parte de la zona protegida para completar el proceso: "Estamos en el punto final que es la determinación de la empresa privada, en este caso Mininco, para que derive los últimos informes respecto al manejo forestal en el predio y el terreno que quedará establecido como monumento histórico".

El funcionario hizo ver que aunque ha sido un proceso lento - "me habría gustado que fuera mucho más rápido"-, anticipó que todo "debiera estar listo ahora en diciembre".

FORTIFICACIÓN HISPANA

El fuerte Príncipe Carlos debe su nombre al rey de España Carlos IV, que gobernó el imperio durante 20 años (1788 y 1808). La fortificación fue parte de una serie de recintos militares cuya función era principalmente defensiva, que se levantaron a lo largo de los ríos Biobío, Laja y Duqueco.

El primero se la serie fue el fuerte Tucapel (1724) en la orilla norte del río Laja; la plaza fuerte de Los Ángeles (1739), en el centro de la Isla de la Laja; el fuerte de Santa Bárbara (1756) en la margen norte del río Biobío; el fuerte de Ballenar (1787), en la ribera sur del río Laja, en Antuco.

Su forma era algo cuadrado, rodeado por tres de sus lados por un profundo foso perimetral y el cuarto terminando en un acantilado que cae al río Duqueco.

Además, estaba protegido por un muro de piedras semi canteadas y rematado por una empalizada de agudos maderos atados con tiras de cuero de vacuno. En su interior había dependencias de adobe con techo de tejas para la guarnición destacada en el lugar, y rampas con escaleras donde se podían desplazaban los centinelas de la guardia de rutina.

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