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La Tribuna
Columnista

Los efectos del cambio cultural en Chile

Mario Morales Burgos

Profesor

por Mario Morales Burgos

Los cambios culturales en el mundo surgen como producto del agotamiento político y social de una época, y también por la rotación y hegemonía del poder. El término de la guerra fría cuyo principal tema estaba señalado por la disputa entre marxismo y capitalismo, concluye  con el advenimiento de la globalización o mundialización de todos los procesos, con la fuerte irrupción de los medios de comunicación autónomos y con la tecnologización y digitalización en la transmisión de la información. Todos estos nuevos componentes generaron muchísimos cambios, fundando una nueva cultura y un nuevo ciudadano empoderado de sus derechos y actuando con mucho liderazgo en la sociedad.

El primer gran cambio proviene de la oportunidad de conectarse casi de inmediato con el mundo y con lo que requiere, ampliando su mirada y conociendo otras realidades.

Esta revolución epocal moviliza al ciudadano en torno a sus demandas, y lo hace asumir una actitud crítica y reflexiva; pues maneja la información y está en condiciones de discriminar, por lo tanto, es un ciudadano con pensamiento propio. Este gran cambio, a pesar de ser tan obvio y visible, no es asumido por el mundo político, quienes siguen actuando de la misma forma, y lo más cuestionable, es que miran, opinan y actúan lejos de la gente, lejos de sus problemas, de sus sentimientos y de sus frustraciones. El ciudadano, entonces, constata la ausencia de los partidos políticos y sus actores, y observa cómo el desarrollo pasa por su lado, y la riqueza no ingresa a sus hogares, dejándolos al margen del crecimiento y de la promoción social. Esta  realidad provoca, sin duda, un cambio cultural que termina manifestándose con muchísima fuerza y rabia a través del estallido social, sin ningún liderazgo político y sin ninguna vocería, como una muestra clara de rechazo al "pantalleo" de los partidos y políticos.

Un segundo componente de la nueva cultura que trae consigo la globalización, tiene que ver con la "inclusión" en todos los ámbitos, la cual tiene su origen en movimientos ciudadanos mundiales que se empiezan a reproducir en todas partes. La inclusión, como vemos, no tiene su origen en el mundo político; pues una vez más éstos no la vieron cómo fundamental en el seno de esta nueva sociedad capitalista que solo apuesta por unos pocos dejando a las mayorías al borde del camino por donde va transitando la historia de la globalización. En esta materia, hay sectores que aún les cuesta entender y asumir la igualdad ciudadana en materia de derechos fundamentales, como poder elegir el colegio para los niños y jóvenes estudiantes, la igualdad de género, la igualdad de atención y de un nuevo trato, el respeto y cuidado del medio ambiente y los animales, los derechos plenos de la mujer y de los niños entre otros.

El mundo de la tecnología y la información, promovidos por la Globalización, no traía consigo el componente de la equidad e igualdad social, no obstante, el ciudadano del mundo logra organizarse y hacer sentir sus carencias, esas que no forman parte de los gobiernos ni de los Partidos Políticos, generando grandes movimientos y poniendo frente al muro a quienes históricamente se han permitido tomar las decisiones por todos los demás.

Los efectos de esta nueva cultura cosmopolita, y también local, se han hecho sentir en nuestro medio, especialmente en los eventos electorales, donde los ciudadanos chilenos, no solo rechazaron una propuesta constitucional, sino que desconfiaron y simplemente no creyeron en lo que se escribió y en lo que se dijo. Nada había allí  que lograra habitar sus convicciones, sintiendo que nunca fue consultado y menos invitado a participar en una simple conversación sobre cómo debería ser el Chile del futuro, el Chile de sus hijos y de sus nietos. En este ejercicio ciudadano, tan simple pero tan necesario y esencial para construir el futuro, una vez más los actores políticos no supieron leer y menos ver la nueva cultura de la participación ciudadana, esa que como hemos constatado, el ciudadano, no está dispuesto a transar ni abandonar.

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