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La Tribuna
Columnista

El profesor y las circunstancias de la educación

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.

Una de las palabras más usadas en los tiempos que vivimos era "educación" la que hoy está en competencia y siendo desplazada por los vocablos "narcotráfico", "delincuencia"," violencia", "inseguridad", "terrorismo", "miedo" "violación" y "crimen", entre otras similares, que se repiten a diario y a cada rato en las conversaciones y en los medios de comunicación, y la verdad es que educación está perdiendo terreno y, lamentablemente en la práctica no es la educación, el más noble e importante  fenómeno social, el medio y el antídoto necesario y suficiente para derrotar los conceptos que, traducidos en acciones, son los que tienen a la población privada de la libertad y la tranquilidad para caminar por calles,  avenidas y espacios públicos con alegría y sin temor y tener que vivir en sus hogares con cercados de fierro, cadenas y candados; con guardias, alarmas y cámaras de seguridad (que nada aseguran) cuando el crimen organizado, que no tiene límites para actuar, coloca en peligro sus bienes y sus vidas, las propias y las de sus seres más queridos, donde la insuficiente fuerza policial no puede controlar la situación y, cuando lo hace y detiene -a veces una y otra vez y una vez más- a los delincuentes, el sistema judicial deja a los infractores en libertad y no son pocas las veces que resulta ser la policía la recriminada y descalificada, acusados de excederse en sus funciones y atentar contra  los Derechos Humanos, que son absolutamente necesarios y que siempre se deben respetar pero que, al final del día, resultan ser solo válidos para los agresores y transgresores de la ley.

¿Es acaso la educación y uno de sus actores, el profesor, o ambos, quienes han sido incapaces de formar personas no solo con información y conocimientos, también con hábitos y actitudes para vivir y dejar vivir, es decir capaces convivir con otros con responsabilidad, en paz y con sentido comunitario? ¿O es la educación que tenemos, diseñada en la alturas del ministerio del ramo que, enredada en copiosos programas de estudios que nunca logran cumplirse (aunque haya que hacerlo por cuando ello forma parte de la evaluación que se hace al profesor y que suele utilizarse como criterio de "calidad", aunque no lo sea) con materias que una vez tratadas por los alumnos se les olvida por estar  alejados de la realidad del día a día de la sala clases y del ambiente laboral de la institución escolar?,¿O es insuficiente,  frágil y desactualizada la formación de los profesores en el sistema de educación superior, sumado a  la ausencia de la necesaria formación y actualización profesional permanente mientras realizan su labor docente, unido a la reflexión y al diálogo técnico pedagógico y valórico como práctica ineludible en la vida escolar?

Ahora, supongamos, solo supongamos, que la educación -en especial la pública- está bien diseñada y los profesores profesionalmente bien habilitados, sin embargo, los resultados educacionales siguen siendo deficientes y las actuaciones de las personas delincuenciales. Entonces, tenemos que pensar que son las "circunstancias" en que se desenvuelve el proceso educacional las responsables de los bajos resultados educativos. Las circunstancias en que se produce el aprendizaje son las que permiten que los planes y programas, el currículo escolar, el profesionalismo docente y la administración del sistema cumplan su objetivo. Así, el clima escolar, los materiales necesarios para el aprendizaje  (que no llegan a tiempo para quienes más lo requieren), el escaso  apoyo de los padres al profesor y profesora, la indisciplina y la falta de respeto que son objeto maestras y maestros; aulas poco o nada acogedoras, material escolar insuficiente y desactualizado, administración burocrática reacia al cambio, poco motivadora y un largo etcétera que investigaciones de distinto tipo y expertos educacionales, tanto nacionales como internacionales, han puesto en evidencia, no son considerados por las autoridades y cuando algo se hace, la rutina establecida y la escasez de recursos en el medio escolar, hacen que los cambios, si se intentan, no permanezcan en el tiempo.

En suma, lograr calidad de la educación, que conlleva implícito provocar cambios en el comportamiento humano, solo es posible cuando el sistema escolar funcione  alineando a todos sus actores con un fin común, con los medios y recursos suficientes y adecuados, programas de estudio menos frondosos, objetivos bien definidos y evaluados y no solo medidos; trabajo en equipo, alumnos con formación en valores, conscientes de sus deberes, antes que exigir solo derechos  y con conciencia ciudadana, con profesores empoderados y respetados, apoyados por la familia y con el respaldo de la  ciudadanía y las autoridades.

Mejorar las "circunstancias" de la educación es una tarea difícil, pero al menos hay que hacer el intento

Alejandro Mege Valdebenito

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