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La Tribuna
Columnista

El estallido energético

Francisco Vergara y Leandro Cappetto

Académicos de la Escuela de Arquitectura Universidad de Las Américas

por Francisco Vergara y Leandro Cappetto

Chile ha enfrentado recientemente una crisis energética severa debido a las consecuencias climáticas de las intensas lluvias y vientos. Este fenómeno dejó a numerosos hogares sin electricidad, sin calefacción y con la pérdida de productos congelados, afectando gravemente la salud de personas electrodependientes y elevando los niveles de estrés en la ciudadanía. En respuesta, varios sectores urbanos se han manifestado mediante barricadas, protestas y cacerolazos.

Este escenario, aunque caótico, había sido anticipado por un grupo de estudiantes de la Universidad de Las Américas, quienes en el taller 710 de la Escuela de Arquitectura, exploraron una utopía para el año 2124. Su visión situaba en 2050 un estallido energético que marcaba el inicio de una transición drástica hacia la preferencia por la producción de energía natural, principalmente solar y mareomotriz, logrando un eventual superávit energético.

El proyecto de estos estudiantes se centraba en la incapacidad de la sociedad para organizarse eficientemente en torno a sistemas de transmisión y modelos sostenibles de generación, lo que había llevado a la humanidad al borde de la destrucción ambiental. Esta utopía no solo reaccionaba frente a una visión pesimista del futuro, sino que también proponía una reflexión profunda sobre las posibilidades y retos del presente.

El valor de las quimeras radica justamente en su capacidad para anticipar futuros posibles y, en este caso, alertar sobre los peligros de la inacción y la falta de organización, ante lo cual se habla de mejorar las regulaciones y cambiar contratos. Pero ¿y si vamos más allá? Dado que la crisis actual en Chile subraya la necesidad urgente de revisar y mejorar nuestros sistemas de distribución energética, se abre una oportunidad para acelerar la masificación de ideas relacionadas a generar energía limpia.

La reflexión sobre la propuesta realizada por los estudiantes Catalina Castillo, Abigail Ocas, Jonnathan Duque y Stevens Gafaro, revela también la importancia de avanzar hacia modelos más desafiantes de organización social, de política energética e implementación tecnológica. La innovación para una producción energética sostenible ya está disponible, pero su implementación efectiva requiere una voluntad política y una conciencia social que a menudo escasean. La crisis actual podría ser un catalizador para un cambio significativo si se toman en serio las advertencias y soluciones propuestas en visiones utópicas como las de estos estudiantes de arquitectura.

Para ello, es fundamental fomentar una cultura de colaboración y previsión, donde los avances tecnológicos se integren en un marco de justicia social y sostenibilidad ambiental. Esto implica no solo invertir en mecanismos limpios, sino también en educación, planificación y estrategias que prioricen el bienestar común por sobre los intereses individuales o corporativos.

La crisis que ha golpeado fuertemente a la ciudadanía es un llamado de atención sobre la fragilidad de nuestros actuales sistemas y la urgencia de repensar las estrategias de gestión y distribución de energía. Al igual que la utopía planteada, debemos aspirar a un futuro donde la energía limpia y la organización eficiente sean pilares fundamentales de una sociedad resiliente y sostenible. Este es el momento de transformar las advertencias en acciones concretas, aprovechando las capacidades tecnológicas y la creatividad humana para construir un mundo mejor y más equitativo.

Francisco Vergara y Leandro Cappetto

Académicos de la Escuela de Arquitectura Universidad de Las Américas

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