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La Tribuna
Columnista

Patria y Bandera

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.

 "La Bandera de Chile es extranjera en su propio país

No tiene carta ciudadana / no es mayoría / ya no se le reconoce

Los ayunos prolongados le ponen el pulgar de la muerte /

las iglesias le ponen la extremaunción

Las Legaciones serpentina y sonido de trompeta

La Bandera de Chile fuerza ser más que una Bandera."

 (de "La Bandera Chilena" de Elvira Hernández. Premio Nacional de Literatura 2024)

Septiembre es el mes de la patria, esa patria nuestra por la que han ofrendado su esfuerzo, su trabajo, incluso su vida, muchos de sus hijos, hombres o mujeres, verdaderos héroes conocidos o anónimos, en grandes y trascendentes hazañas o en pequeñas y diarias acciones; poderosos o humildes, políticos o poetas, trabajadores de la tierra o de la industria, de la ciencia, de las letras o del arte, de la educación o la salud. Los hijos de esta tierra y quienes legítima y honestamente la han adoptado como suya y con todos aquellos con quienes compartimos un común destino amamos y respetamos a la patria y amarla es buscar y sentirse unido con todos quienes vivimos en la misma patria y bajo la misma bandera, es contribuir al bien común y a la paz social. Amar a la patria es ser respetuoso de las leyes y de la autoridad legítima, evitando la violencia que a nada conduce, es sentirse parte activa en la construcción de una patria mejor, más justa y solidaria. Ese es el mismo amor que sentía por la patria el Libertador Bernardo O´Higgins cuando, en enero de 1842, le escribe al Coronel Agustín López y de Alcázar (quien fuera diputado por Los Ángeles): "Mis intereses personales son los que menos he cuidado en toda mi vida, particularmente cuando los de mi patria están de por medio. Sí; de esta patria que desde los 15 años de mi primera edad fue el ídolo de mi corazón en la tierra, y lo será hasta rendirle el último aliento".

La patria nos cobija y nos defiende a todos sin distinción y es la bandera el símbolo más importante de la presencia y soberanía de la patria, bandera a quien el canto, la poesía y las letras; la música y el folclor, la pintura y el teatro le han dedicado su homenaje porque nos ha acompañado, generosa siempre, en la alegría y en el dolor. Por eso, cada vez que es mancillada, quemada o destruida, llora la patria, esa patria que, unida a la bandera son el oasis, el remanso, la paz y el sueño de sus hijos. La bandera nos envuelve y nos une con su estrella solitaria y nos da esperanza para celebrar la vida y fe para honrar la muerte. Por eso el llamado que hace el poeta Víctor Domingo Silva al finalizar su poema dedicado a la bandera, cuando dice: "Veneremos la bandera / como un símbolo divino de la raza / adorémosla con ansia, con pasión, con frenesí / y no ataje nuestro paso, mina, foso ni trinchera / cuando oigamos que nos grita la bandera / ¡Hijos míos defendedme! ¡Estoy aquí! Promesa que cumplen los soldados cuando juran defender a la bandera hasta rendir la vida si fuera necesario. Bandera que, al ser izada en el mástil despliega sus alas en el cielo infinito, tan orgullosa de sus hijos, como éstos lo están de ella.

Así, la patria se expresa en la bandera y en el himno nacional que la acompaña, que refleja y que congrega la diversidad de las personas que la constituyen, todas las cuales tenemos un rol y una obligación que cumplir para ser dignos hijos de la patria como lo hicieron quienes nos precedieron.  Los forjadores de la patria que nos fuera legada tuvieron una misión y con tareas diferentes a la que nos desafían hoy y que nos corresponde asumir  en circunstancias y escenarios distintos y con demandas que requieren de compromisos y acciones  personales y colectivas diferentes pero tan necesarias como aquellas. A las generaciones actuales nos corresponde hacernos cargo de esa historia y vencer el temor que nos provoca la delincuencia desatada, el flagelo de las drogas, la impunidad de los delitos, el deterioro del medio ambiente con su impacto en la calidad de vida, la pobreza insultante, la desvalorización y el uso indebido de los símbolos patrios, así como construir juntos una mejor educación y una salud universal y oportuna en una sociedad justa, solidaria y en paz.

Para lograrlo, tenemos que salir de las trincheras personales o de grupos y demostrar que la bandera de Chile no es extranjera en su propio país, que no solo es mayoría, que es la ciudadana más importante apreciada y que no hay patria sin bandera. Por eso: Patria y Bandera  valoradas y respetadas siempre

Alejandro Mege Valdebenito.

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