Opinión

¿Qué hacemos con nuestras palabras en la era del ruido?

Estudiante de Derecho y campeón nacional de Debate Santo Tomás

Tomit Loyola, UST- Sede Los Ángeles
Tomit Loyola / FUENTE: UST- Sede Los Ángeles

Vivimos en un tiempo donde las palabras se pierden en un océano de voces. La era del ruido, la infoxicación, como una tormenta constante, nos envuelve con información y opiniones que chocan y se disuelven en el aire, como gotas de lluvia que apenas tocan el suelo.

En medio de esta confusión, donde lo urgente suele aplastar lo importante, se vuelve cada vez más difícil distinguir lo que realmente vale la pena escuchar. Es un desafío navegar este mar turbulento sin perder el rumbo, encontrar una voz clara en un entorno saturado de mensajes y hacer que nuestras palabras no se desvanezcan en la bruma, sino que lleguen a buen puerto.

Como estudiante de derecho UST Los Ángeles, he sentido de cerca el peso de esta tormenta. La necesidad de hablar con precisión, de argumentar con solidez y de persuadir con claridad es más urgente que nunca. El XII Torneo Nacional de Debates Santo Tomás, donde obtuve el primer lugar tanto de manera individual como con mi equipo, no solo fue una competencia de ideas, fue una muestra de cómo la palabra, cuando se ejerce con dedicación y propósito, puede cortar el ruido y hacerse escuchar.

Pero el verdadero logro no fue el trofeo, sino la comprensión de que en un mundo sobresaturado de información, el esfuerzo por dominar la comunicación, tanto a nivel personal como colectivo, puede moldear nuestro destino.

El trabajo en equipo se convierte en un componente esencial. No solo se trata de desarrollar nuestras habilidades individuales, sino de aprender a escuchar, construir sobre las ideas de otros y a crear un discurso conjunto que sea más que la suma de sus partes, a través de un proceso curatorial de información y argumentos.

En cada debate, mi equipo y yo, no solo defendimos nuestras posiciones, sino que también nos desafiamos mutuamente a mejorar, a afinar nuestros argumentos y a pulir nuestra oratoria. Esta colaboración nos permitió elevar nuestras voces y convertirnos en un solo frente ante el ruido, mostrando que en la unidad hay fuerza y claridad.

Hoy, la retórica, oratoria y argumentación no son lujos reservados para algunos, sino habilidades esenciales para todos. Nos permiten dar forma a la incertidumbre, transmitir nuestras convicciones y crear puentes donde otros ven abismos.

En un tiempo que exige respuestas rápidas, pero que rara vez permite la reflexión, el valor de pensar críticamente y de comunicarse con precisión se vuelve un acto casi subversivo.

Ya no basta con tener buenas ideas, necesitamos saber expresarlas, defenderlas y llevarlas hacia el corazón de quienes nos escuchan. Practicar la oratoria y el debate no solo fortalece el pensamiento lógico, sino que también nos ayuda a comprender mejor nuestras propias inquietudes y a descubrir el valor de considerar diversas perspectivas.

El esfuerzo dedicado a perfeccionar nuestras habilidades comunicativas nos prepara para desempeñarnos mejor en lo profesional y nos convierte en personas más completas y ciudadanos más activos.

Es un camino exigente, pero las recompensas son invaluables. La capacidad de generar cambios reales y de abrir puertas que de otro modo permanecerían cerradas.

La palabra y el pensamiento crítico son nuestras brújulas en la era del ruido, herramientas con las que podemos trazar un rumbo hacia la autenticidad y la trascendencia.

Invito a las nuevas generaciones a no resignarse a ser meros espectadores de su tiempo. Que el esfuerzo por dominar el arte de la comunicación, individual y en equipo, sea su medio para encontrar una voz clara en medio del caos, y que esa voz se eleve no solo para destacar, sino para contribuir a un bien común que es más necesario que nunca.

Tomit Loyola Jerez

Estudiante de Derecho y campeón nacional de Debate Santo Tomás

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