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La tuberculosis es una enfermedad infecciosa que afecta principalmente los pulmones, aunque también puede propagarse a otros órganos como la columna, los riñones o la vejiga. De ellas, la más común es la tuberculosis pulmonar y es la que se trata con mayor frecuencia en la atención primaria, al menos en la ciudad de Los Ángeles.
Se trata de una patología causada por una bacteria conocida como Mycobacterium tuberculosis, o bacilo de Koch, descubierto por el científico Robert Koch en 1882 y su nombre proviene de su forma, similar a un bastón.
El médico del Centro de Salud Familiar (Cesfam) Nuevo Horizonte de Los Ángeles, Dr. César Chavarría, explicó que existen dos tipos de tuberculosis: la latente y la activa.
La primera no presenta síntomas y puede no desarrollarse en una persona sana, ya que el sistema inmunológico evita que la bacteria se active. Sin embargo, si la tuberculosis se vuelve activa, los síntomas incluyen:
· Tos persistente por más de tres semanas.
· Tos con sangre o secreciones.
· Dolor en el pecho y dificultad para respirar.
· Pérdida de peso involuntaria.
· Fatiga extrema, fiebre, sudoración nocturna y escalofríos.
· Pérdida del apetito.
Para diagnosticar la tuberculosis, se realizan pruebas similares a la PCR utilizada para detectar el coronavirus, donde se obtiene una muestra de saliva que, posteriormente, se analiza en el laboratorio. Este examen no solo confirma la presencia de la bacteria, sino que también ayuda a determinar la eficacia del tratamiento.
El tratamiento para la tuberculosis activa requiere una fase inicial con cuatro medicamentos fuertes y se puede extender por hasta ocho meses, en función de la severidad de la enfermedad. Es crucial que el tratamiento sea completo para evitar resistencias a los medicamentos.
La tuberculosis se transmite a través de las gotitas de saliva expulsadas al toser. Si una persona sana inhala estas gotitas, puede contraer la enfermedad, aunque no todos los que las inhalan desarrollan la infección, ya que el sistema inmunológico puede prevenirlo.
La tuberculosis puede afectar a hombres y mujeres de cualquier edad, pero es más frecuente en adultos, niños expuestos a familiares con la enfermedad, personas inmunocomprometidas (como los pacientes con VIH o diabetes)
De igual forma, tienen mayores riesgos de contagiarse con tuberculosis aquellos pacientes renales graves, quienes requieren de transfusiones, pacientes con cáncer o quienes utilizan fármacos como esteroides o consumen alcohol y cigarrillo.
Asimismo, Chavarría detalló que -en la actualidad- son 17 los pacientes que están recibiendo tratamiento por tuberculosis, los cuales han sido diagnosticados entre dos mil muestras.
"Aunque esta enfermedad está en todos lados, realmente no podemos detectarla fácilmente. Entonces, en este momento tenemos 17 pacientes que tienen tuberculosis pulmonar, pero hay también tenemos cuatro pacientes que tienen otro tipo de tuberculosis y que, muchas veces, puede ser renal, también inclusive en el globo ocular, a nivel de lo que es la piel y el área vesical", explicó el especialista.
El diagnóstico temprano de la tuberculosis es esencial, especialmente para prevenir la transmisión a otras personas. En este contexto, si un paciente es diagnosticado con tuberculosis activa debe permanecer aislado para evitar contagiar a otras personas. La utilización de mascarilla y la reducción del contacto con otras personas son suficientes.
Ahora, se requerirá hospitalización por parte del paciente en aquellos casos donde, por ejemplo, el pulmón resultó sumamente dañado a consecuencia de esta patología, generando dificultad respiratoria extrema.
En estos casos, "la hospitalización es aislada. No se puede exponer al paciente con más personas y en el hospital existen áreas para poder realizar este tipo de aislamiento", relató Chavarría.
También será necesario realizar un seguimiento a los integrantes de su familia y a las personas con las que compartió más de seis horas. Una vez que ya están todos identificados, se les brinda tratamiento prevetivo.
En los centros de Atención Primaria de Salud, como los Cesfam, se realizan exámenes para detectar la tuberculosis, especialmente en personas que presentan síntomas como tos prolongada, fiebre, pérdida de peso o sangre en la tos.
En caso de que el diagnóstico sea positivo, el paciente inicia un tratamiento y se realiza un seguimiento a sus contactos cercanos para detectar casos latentes y evitar la propagación.
Si no se trata a tiempo, la tuberculosis puede causar graves secuelas en los pulmones, como cicatrices que limitan la capacidad respiratoria. Además, puede propagar la enfermedad a los contactos cercanos, especialmente dentro del hogar o en entornos laborales.
En conclusión, la tuberculosis sigue siendo una de las principales enfermedades infecciosas a nivel mundial, y su diagnóstico temprano y tratamiento adecuado son claves para su control.
Asimismo, si no se detecta y trata a tiempo, la tuberculosis puede provocar efectos adversos en la salud de las personas, como lo son las cicatrices pulmonares, generando también limitaciones para caminar.
"Muchas veces, el paciente queda con una tos frecuente, que si bien ya no es con tuberculosis, pero quedan algunas secuelas. Si no se trata o nunca fue tratado, contagiará a sus pares; en este caso, a hermanos, papás, hijos, provocando que la enfermedad siga avanzando y creciendo en el ámbito familiar", sostuvo Chavarría.
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